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2020, annus horribilis

Rafael Álvarez Cordero

Rafael Álvarez Cordero

Viejo, mi querido viejo

 

Para que triunfe el mal, sólo es necesario
                que los buenos no hagan nada.

                E. Burke

 

Se acaba el año 2020, se cumplen dos años de la administración actual, hay muchos datos que nos permiten afirmar que éste será, como dijo la reina Isabel II en 1992, un año horrible (annus horribilis). Y a pesar de mi optimismo irredento, creo que hay signos ominosos en el horizonte que no presagian nada bueno tanto aquí como en todo el mundo.

La irrupción del coronavirus cambió la vida de casi todos los habitantes del planeta. Cambió el comercio, la economía, las relaciones entre los países y los excesos del capitalismo. Las necedades de los tiranos afectaron la vida de millones de seres, agravaron el cambio climático y truncaron las esperanzas de una vida mejor. Pero aquí, ¿qué ha pasado? La frase “albarda sobre aparejo” puede describir lo que hemos vivido. Al recordar su declaración de 100 propósitos de gobierno, si el Presidente hace un balance seguramente se sentirá mal, porque si es verdad que nuestro país no era Jauja en el pasado, lo ocurrido en estos 24 meses lo convirtió en un espectro de lo que era.

Porque nunca se materializó —ni se podrá materializar en años— su ofrecimiento de un crecimiento de la economía de cuatro puntos, nunca se logró eliminar el huachicol, nunca se protegió a los más débiles y ahora 4.5 millones de mexicanos más viven en pobreza extrema, nunca se rescató a los comerciantes y empresarios que perdieron su trabajo y sus empresas. Pero, además, las actividades productivas, el arte, la ciencia, la investigación, la cultura, la educación, fueron hechas a un lado en un afán de recoger dinero sin medir las consecuencias. En estos días, por ejemplo, millones de familias en el sureste están bajo el agua mientras el Presidente pasea en helicóptero sin hacer nada, porque canceló el Fonden.

Ahora, en contra de lo que prometió cuando era candidato, está militarizando el país, lo que es una amenaza cuyas consecuencias ya conocemos en países vecinos. El Ejército es ahora el factótum nacional: construye el aeropuerto, combate el huachicol, trabaja en Sembrando Vida, programas sociales y el Banco del Bienestar; reparte libros, vigila puertos y aduanas, bloquea nuestras fronteras, tiene la facultad de detener a los ciudadanos y muchas cosas más; la militarización del país es un hecho.

Lo peor de este año es que se profundizó como nunca la división del país, el odio del Presidente hacia todo lo que no sea su visión del mundo y sus ataques a quienes él considera enemigos, cancela toda posibilidad de diálogo y las consecuencias son evidentes en todos los ámbitos del gobierno.

Creo que este año será inolvidable por las cifras escalofriantes de mexicanos que han perdido la vida, 2020 será un annus horribilis para millones de familias mexicanas,

Este año han muerto por violencia más ciudadanos que en años anteriores, el gobierno de México prevé
en 2020 un nuevo récord de homicidios dolosos registrados, con una proyección de 40,863 asesinatos (más de 67 mil en dos años). Eso significa muchas cosas: miles de familias rotas, miles de huérfanos, viudos y viudas, miles de empleos o comercios perdidos o abandonados.

La violencia contra las mujeres ha sido significativamente más alta: mueren diez mujeres al día y no pasa nada. Además, hay otra cifra dantesca: la principal causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 44 años es el homicidio. Por si fuera poco, los atroces asesinatos de bebés y niños confirman que éste es un año horrible.

Y el covid-19 contribuyó con su cuota para hacer de este año el más mortífero de la historia. La estupidez e incapacidad de las autoridades de salud hicieron que hoy haya más de 100 mil personas muertas. Además, miles de personas con otras enfermedades murieron por falta de atención oportuna: niños y mujeres con cáncer, enfermos que no pudieron ser operados, falta de medicamentos, etc.

Sí, éste ha sido un annus horribilis y negarlo no es la opción. Los mexicanos no podemos seguir en silencio frente a la destrucción sistemática de las instituciones democráticas, frente al odio expresado en larguísimas peroratas mañaneras y frente a los fracasos en economía, salud, seguridad y bienestar.

Juntos podemos revertir los daños, juntos, en armonía, con inteligencia, el 2021 puede ser distinto.

 

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