El tabique que separa la sana autoconfianza de la insana arrogancia es realmente fino.
Haruki Murakami
Hay espacios de uno mismo que no se conquistan sin librar algunas batallas. La autoconfianza es uno de ellos. Es creer en las propias capacidades y la habilidad para enfrentar desafíos y situaciones en la vida; es, además, un componente clave en la autoestima y se relaciona con la percepción que tenemos de nosotros mismos y nuestras habilidades. La autoconfianza incluye aspectos como la autoeficacia, la resiliencia y resistencia, la percepción de control y el afrontamiento.
La autoconfianza es quizá de todos nuestros hábitos íntimos y personales el que más disciplina requiere cuando lo que buscamos es alcanzar metas y objetivos, si no creemos en nosotros mismos, difícilmente podremos salir del lugar que nos ha asignado la cultura, la costumbre, las creencias, los miedos arraigados, los juicios o las críticas, o peor aún, la arrogancia con la que unos solapan sus experiencias fallidas. Lo curioso es, que siendo algo tan íntimo algunos sigan considerando la abrupta necesidad de aceptación, validación y reconocimiento ajeno. Como si nuestra valía y la capacidad de resolver la gestión de nuestra vida dependiera de quien no tiene ni derecho ni responsabilidad sobre ella. La vida, mi querido lector, es de cada uno y la autoconfianza es de esas cosas que no se poseen sin determinación personal, y créame que nada se logra si no mantenemos el control sobre nuestra propia percepción y las capacidades y habilidades que tenemos para resolver y enfrentar los desafíos de nuestra propia vida sin maquillaje.
Quizá el primer paso será dejar de creer en lo que creemos y sentimos sobre nosotros mismos y reformular la perspectiva y la visión con la que solemos mirarnos, quizá debamos de corregir el lenguaje con el que nos hablamos o el respeto con el que nos tratamos a nosotros mismos diariamente, quizá debemos de revisar con mimo, compasión y objetividad nuestras pasadas experiencias; quizá debamos aprender a contenernos, sostenernos y reconstruirnos frente a las desavenencias propias del vivir, quizá, debamos de celebrar nuestros triunfos con mayor reconocimiento. Y todo esto sólo porque merecemos dejar de vivir a la sombra del ayer, de los otros, del victimismo, del drama, de la catástrofe o de la mentira. Quizá debamos dejar de ser tan vulnerables frente a los otros y frente a nosotros mismos. Quizá, porque es una decisión muy personal la renuncia a lo que se era y se pensaba y se sentía, y ésa es la primera batalla que hay que librar para conquistar ese espacio que suele maleducarse en la sombra de uno mismo.
Y si decide salir del quizá, empiece por elegir bien sus deseos, sus prioridades, aférrese a sus sueños, a la vida que desea; forme un plan estratégico que alinee de forma coherente y consistente su visión con su mente, su actitud, su lenguaje y su persona; atrévase a desafiar cada una de sus creencias, sobre todo las que han tenido el peso de la limitación; confronte y rompa con los pactos que ya no funcionan en su vida; elévese y eleve sus estándares, elija con sabiduría su círculo más cercano y pruebe lo nuevo, arriésguese a aceptar lo que no sabe y no es, desarrolle nuevas y mejores habilidades, y resuelva cada día algo propio que merezca su atención.
Créame, la vida se vive mejor a luz de la verdad de uno mismo, del autoconocimiento, de sabernos nuestro lugar seguro, nuestra tierra firme, nuestro propio espacio. Desde ahí podemos elegir mejor y con mayor libertad lo que queremos y cómo lo queremos. Sea el primero en dar ese ejemplo de lo que espera de sí mismo, de los demás y de su vida. Deje de mirar lo que falta, enfóquese en lo que existe, en lo que es y perfecciónelo. La autoconfianza es cuestión de valentía, de fuerza mental y emocional, de erradicación y limpieza del pasado, un trabajo minucioso de edición, y ante todo es un derecho de vivirse a uno mismo y de sentirse capaz y valioso para enfrentar cualquier cómo, para qué, y por qué… emancípese de esa sombra y de quién fue. Como siempre, usted elige.
¡Felices sombras, felices vidas!
