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T-MEC: las dos caras de una misma moneda

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Azul Etcheverry
Analista

 

Esta semana entró en vigor el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido en nuestro país como T-MEC. Con este nuevo acuerdo trilateral concluyen 26 años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el cual México había firmado en una situación coyuntural distinta y menos favorable.

En ese momento, México se encontraba en una fase de transición hacia una economía abierta en el que convenios regionales modernizarían sus procesos normativos, estructurales y comerciales. Hoy el momentum es muy distinto, el efecto globalizador está cediendo hacia nuevos nacionalismos proteccionistas que, a diferencia del TLCAN, dificultaron las renegociaciones.

A pesar de ello, recordemos que este T-MEC se firmó en el penúltimo día de mandato del expresidente Enrique Peña, en Buenos Aires, en el marco de la reunión del G20, y el Presidente entrante le daba seguimiento a través de Jesús Seade, quien acompañó la negociación durante el periodo de transición, dando tranquilidad a empresarios de los tres países.

En ese momento, el país se dirigía a cerrar el año con un crecimiento del 2% y las proyecciones indicaban que en el 2019 la tendencia sería entre un 1.7% a 2.7 por ciento. El 2018 cerraba con el incremento de las exportaciones hacia Estados Unidos en un 10%, rondando los 345 mil millones de dólares.

En lo político había un optimismo cauteloso, mientras que en Estados Unidos los republicanos perdían la Cámara de Representantes, el proceso de transición presidencial en México llegaba a su fin con señales conciliatorias entre industria y gobierno.

Sin embargo, hoy la situación es muy diferente, a dos años de gobierno de la Cuarta Transformación se perdió el diálogo con el sector empresarial, ahuyentando las inversiones nacionales y extranjeras, lo que causó, finalmente, que en 2019 el país coqueteara con la recesión económica. Hoy el dólar se cotiza en promedio 12% más caro que cuando se firmó el T-MEC y el Banco de México pronostica un decrecimiento de más del 8% para la economía para el año entrante.

Aunado a lo anterior, se suma la recesión histórica causada por una pandemia que se niega a ceder en nuestro país y exige una colaboración intersectorial que al día de hoy no está ocurriendo. De enero a abril de este año, las exportaciones a Estados Unidos cayeron 11%, mientras que las importaciones un 15, además de que dejamos de aparecer en los listados de países benignos para la inversión.

Si bien este nuevo tratado no es la salvación mágica que la economía mexicana necesita, sí viene acompañado de actualizaciones en su articulado que se dieron gracias al fortalecimiento legislativo en México en temas laborales, energéticos y ambientales. Iniciamos un proceso de democracia sindical que elimina esos consorcios rancios y contrataciones colectivas ventajosas para los empleadores.

Sin duda, la entrada en vigor del T-MEC llega en un momento histórico en que tenemos la oportunidad de reivindicarnos como una potencia regional, pero esto no ocurrirá si no llegamos a esos consensos internos que nos dirijan a ese destino.

 

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