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Outsourcing: la nefasta herencia del periodo neoliberal

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por José Luis Pech

La subcontratación, llamada también outsourcing, se convirtió en un instrumento para someter y despojar a las personas trabajadoras. Para cercenarles derechos laborales esenciales. Se caracteriza, entre otros atropellos, por sus salarios raquíticos, prestaciones disminuidas o inexistentes, mermada seguridad social y la negación, manipulación o simulación de sus garantías a la organización sindical. Y un dato delicado que atenta contra la economía nacional: este esquema de subcontratación causa severos perjuicios a la hacienda pública. Es el caldo de cultivo para el fraude fiscal.

El outsourcing es una de las más nefastas herencias del periodo neoliberal, que legalizó el disimulo institucional ante el desmantelamiento de los derechos laborales conquistados a lo largo de décadas de lucha. Es por ello que tomar el toro por los cuernos, como lo ha hecho el gobierno de la Cuarta Transformación, es un acto de justicia. Es restituirle la dignidad arrebatada al trabajo como valor humano y cerrarle las puertas —una de las puertas más grandes— a la evasión fiscal.

La legalización del outsourcing en los gobiernos de Calderón y Peña fue un retorno a la barbarie, condenando a la miseria a millones de personas, desvalorizando su mano de obra y dejándolas sin derecho a la salud, a la vivienda y otras prestaciones esenciales.

Todo esto con la complicidad y complacencia de las organizaciones sindicales, que abdicaron de su misión de defender los derechos laborales, derechos ganados a pulso, a costa de muchos sacrificios.

La vulnerabilidad ante el outsourcing ha generado mayor pobreza en millones de asalariados que, por necesidad, aceptan las infames condiciones laborales, prácticamente sin garantías y en la desprotección absoluta del Estado.

Las defensas para la subcontratación no aguantan el menor análisis, porque no se puede justificar el mantener a millones de personas con ingresos irrisorios y en condiciones de seguridad social sujetas a la simulación.

Fue un regreso a los peones acasillados en muchas maquiladoras, donde la violación a los derechos humanos está suficientemente documentada.

La maquinaria de la subcontratación ha encontrado, particularmente en el Caribe mexicano, un paraíso para la evasión fiscal y para abusar y violentar a quienes trabajan en la industria turística.

Se ha usado, asimismo, la figura de las cooperativas, cuya ley fue modificada durante el periodo neoliberal, para crear empresas de subcontratación y alimentar esta nefasta fábrica reproductora de pobreza.

La regulación de estos esquemas de simulación, engaño y abuso es una exigencia nacional y un imperativo de justicia y dignidad.

Los tiempos nuevos que vive el país demandan tirar por la borda toda la trama delincuencial que impide un desarrollo equitativo y sostenible.

Por esta razón, el presidente López Obrador presentó, a finales del año pasado, una iniciativa de ley para poner orden en la subcontratación, este documento fue enviado a la Cámara de Diputados, en donde pronto se iniciará su análisis y discusión. Aunado a ello, en días recientes, el Presidente anunció un acuerdo entre dirigentes sindicales, empresariales y el gobierno federal en materia de subcontratación y reparto de utilidades. Estos acuerdos serán entregados a la Cámara de Diputados para que, en su caso, puedan ser considerados por los legisladores para su aprobación.

Vienen tiempos mejores para la clase trabajadora con un Presidente justo, que se preocupa siempre por respetar y hacer valer los derechos laborales de los mexicanos.

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