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Niña bien y chavo chaka: una batalla moral desde el clasismo

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Jaina Pereyra*

A mediados del mes pasado, se publicó un video de propaganda política en el que una “niña bien” de Zapopan, Jalisco, revelaba (y con ello se rebelaba) que iba a votar por “ya sabes quién” (https://www.youtube.com/watch?v=8JngtNjRKkw). La “confesión” ocurría mientras bailaba reguetón en la iglesia y planteaba sus “miedos” de confesar que va a votar por Obrador: fundamentalmente, que le cambiaran el Audi por un Chevy.

En su momento, nadie tuvo el valor o la voluntad de reclamar la autoría de este video y, si bien se intentó filtrar como una tarea escolar, a un mes de liberado, parece cada vez más obvio que es producto de la campaña lopezobradorista.

Desde mi perspectiva, este video tiene algunas limitaciones: el personaje no está bien construido —lo que dio lugar a una discusión banal (y naturalmente clasista) en redes sociales de si la protagonista parecía o no una “niña bien”—. “Almudena”, no presenta una sola razón para votar por AMLO —le da mil coraje el gobierno, sus mentiras le dan pesadillas… y al mexa lo drogan con fut y tortillas, pero fundamentalmente se trata de que su familia está “de oso” por ser panista—. En este devaneo entre preocupación social genuina, pero insustancial, y estupidez, el personaje no representa, pensaría yo, una aspiración para nadie. Finalmente, el innecesario paralelismo entre el voto y la virginidad y la sugerencia de “no dárselo a quien defiende la impunidad” sigo sin entender a qué viene.

El video le habla a su propia base y repite una cantaleta que se ha apoderado de la discusión política y que, desde mi perspectiva, representa un riesgo democrático serio: la calificación moral o ética de la preferencia electoral. En este primer mes de campañas estamos reciclando las ideas de que los egresados del ITAM somos fundamentalmente corruptos; se sigue insistiendo en que las críticas a AMLO “sólo pueden ser clasismo” —como veo publicado casi a diario en redes sociales— y, como lo dice claramente “la niña bien”: “Está fatal que votes por el mal”. Ojo: el mal.

Y en este sentido, creo que este video abre una discusión necesaria sobre la profunda escisión que la clase social y el privilegio generan entre unos y otros. Porque toda comunicación política tiene que recaer en la generación de un “ellos” que se contrapone a un “nosotros”, pero normalmente, ese nosotros tiene que ver con la defensa de ciertos valores y preferencias, no con la idea de que sólo en un grupo electoral se ostenta la condición de ética o moralidad.

Probablemente en las elecciones de Brexit o de Trump vimos más claramente esta mutación. No se hablaba de libertad contra igualdad, de eficiencia contra justicia social, literalmente se defendían posturas antimigrantes o fascistas, de las que no tienen que ver con política pública, sino con disposiciones morales de trato humano. No vimos una lucha entre principios, sino una confrontación de prejuicios.

¿Estamos listos para emprender ese tipo de lucha electoral? ¿Queremos eso? ¿Queremos satanizar a una parte del electorado desde la idea de que hay “buenos” y hay “malos” y, los que piensan distinto a mí, adquieren una condición de inferioridad ética que autoriza mi desprecio?

¿No vemos el absurdo que es que el video de la niña bien y su respuesta panista del chavo chaka (https://www.youtube.com/watch?v=DVpX9AAhGEM), emergido esta semana, sean un instrumento de lucha que se construye desde y para el privilegio? ¿No nos da un poco de pena ahogarnos en nuestros prejuicios de los “bien” y de “los nacos” y asumirnos como gente decente por cuestionar a unos y “defender” a los otros?

Y tal vez por eso, desde mi perspectiva, la respuesta panista del chavo chaka es mejor: es menos pegajosa, menos innovadora e igual de clasista, pero concede a la “niña bien” una genuina voluntad por “pelear por los derechos, de preocuparse por la gente”. La revela como una farsante, como una pose, le atribuye ignorancia, pero no maldad.

Las narrativas de siempre se replican: la izquierda piensa que la derecha es inmoral; la derecha piensa que la izquierda es hipócrita e ignorante. Y los adeptos, asumen estas calificaciones y se dejan ir en una descalificación que, a mi parecer, arriesga seriamente el diálogo democrático y la reconciliación postelectoral que vamos a tener que hacer, gane quien gane.

*Especialista en discurso político. Directora de Discurseros SC

 

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