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La nomofobia

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Daniel Aceves Villagrán*
 

Es la adicción a nuestros celulares e impacta con mucha más fuerza a las generaciones de niños y jóvenes, los llamados nativos digitales. México es uno de los países con mayores problemas en el uso de dispositivos móviles en los salones de clase, el crecimiento anual es por encima del 40 por ciento, con más de 40 millones de teléfonos utilizados por jóvenes entre 15 y 29 años.

El IMSS señaló que la nomofobia puede generar desde malestares en articulaciones, ojos, huesos y oídos, hasta insomnio, depresión y ansiedad, bajo rendimiento escolar y poca productividad laboral de un empleado; el 46% de las personas consideran, que sus dispositivos móviles son indispensables, al grado que regresarían a casa si lo llegaran a olvidar.

La tecnología móvil ha transformado nuestros hábitos no sólo como usuarios o consumidores, sino también como seres humanos.

El celular se ha convertido en una extensión de nosotros y para muchas personas es una adicción.

En promedio, una persona ve su celular unas 150 veces al día (10 veces por hora), algunas, muchas más. El contexto actual se distingue por el acceso inmediato a nuevas tecnologías.

Años atrás, incluso décadas, la transición tecnológica se tornaba cíclica, aparentemente radical o aletargada; sin embargo, en el acontecer contemporáneo somos testigos de una sutil, pero incidente transformación que define la manera en cómo nos comunicamos e interactuamos con los demás, llegando a imponer estilos de vida.

Las entidades que registraron el mayor porcentaje de usuarios de teléfono celular en 2018 fueron: Sonora, Baja California y Nuevo León, con 87.6%, 83.9% y 82.5 por ciento, respectivamente. Los de porcentajes de usuarios más bajos fueron: Chiapas con 58.1%, Guerrero con 59.8% y Oaxaca con 60.8 por ciento.

Las relaciones interpersonales parecieran encontrar hoy, en el devenir tecnológico, el abandono de la convivencia cara a cara, voz a voz.

En esa perspectiva, un instrumento que ha incidido de manera fundamental es el teléfono móvil, que en poco tiempo pasó de usar voz y textos simples para estar en contacto con otros, al smartphone, el que condensó un sinnúmero de posibilidades que facilitan nuestra cotidianidad, pero anulan con mayor frecuencia los procesos de interacción y el desempeño de acciones sustantivas en nuestra dinámica de vida, incluso los asociadas con la protección de la salud, siendo el caso de la activación física.

Se trata más bien de un asunto de administración del tiempo, proponiendo un balance entre uso y omisión momentánea de los dispositivos, sobre todo generar una conciencia en favor de la interacción personal, de retomar las dinámicas tradicionales de comunicación y, fundamentalmente, en el campo que nos ocupa, promover el abandono temporal del dispositivo móvil en el día a día para destinar ese lapso a la realización de actividad física, al cuidado de la salud en amplio sentido.

 

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