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Equidad en la justicia

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Fernando Islas*

 

En cuestión de días, el agresor del reportero Juan Manuel Jiménez fue localizado, detenido y puesto en prisión preventiva por “lesiones calificadas”. Jiménez fue cobardemente golpeado en el rostro cuando cubría en vivo la marcha ¡No me cuidan, me violan! del 16 de agosto frente a la Glorieta de Insurgentes y cuyo video se hizo viral en redes sociales. La Policía de Investigación (PDI) de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de la CDMX actuó con celeridad en este caso. Bien. Ojalá que las autoridades de las 32 entidades del país trabajaran así con los casos de mujeres víctimas de violencia (violencia de policías hacia ellas, en particular), motivo de la manifestación que dejó destrozos en bienes públicos y las pintas en el Ángel de la Independencia.

Conviene ir por partes. Mi compañero Andrés Mendoza reportó que en México cada día hay 500 incidentes sobre violencia de género y casi 200 mujeres sufren lesiones dolosas. “Entre enero y junio de este año se recibieron 89 mil 926 llamadas de emergencia para informar sobre mujeres violentadas, indica el reporte Información sobre violencia contra las mujeres que cada mes compila registros actualizados del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)”. El Estado de México concentra el mayor número de casos de mujeres agredidas, con nueve mil 557, seguido de Guanajuato, con tres mil 483, y Jalisco con dos mil 204 (Excélsior, 26-VIII-2019). Son casos que, al igual que la agresión a Jiménez, indignan y deben ser atendidos.

Por otra parte, en cuestión de días también el Gobierno de la CDMX anunció que reparará los daños por las pintas al Ángel de la Independencia. Bien. Ojalá que las autoridades de este país, insisto, resolvieran así de rápido los casos de mujeres víctimas de violencia. En este espacio me referí hace unas semanas a la omisión de los gobiernos de esta ciudad, los de antes y el de ahora, en el mantenimiento preventivo y correctivo de las estatuas del Paseo de la Reforma. El Ángel es el monumento central que corona esas figuras de bronce. Como sea, las pintas que se realizaron en la citada marcha tienen solución, pero hay cosas que no las tienen.

A través de un comunicado, el colectivo Restauradoras con Glitter señaló que debe resolver, el problema de inseguridad de las mujeres antes de retirar las pintas.

“El patrimonio cultural puede ser restaurado, sin embargo, las mujeres violentadas, abusadas sexualmente y torturadas nunca volverán a ser las mismas; las desaparecidas seguirán siendo esperadas por sus dolientes y las asesinadas jamás regresarán a casa. Las vidas perdidas no pueden restaurarse, el tejido social sí”, reza el texto.

Acaso este pronunciamiento sea lo más sensato que se ha dicho sobre el asunto. Si el gobierno federal ha suspendido programas en diversos sectores, ¿por qué no dejar las pintas en el Ángel como recuerdo de los actos de justicia pendientes hacia las mujeres?

Es verdad que celebraremos el Grito de Independencia sin el Ángel debido a que los planes de reparación de su estructura, dañada por los sismos de septiembre de 2017, fueron acelerados por las pintas, pero hay otros gritos que requieren atención: “La manifestación reciente ha sido un grito desesperado en contra de una situación de violación sistemática y normalizada hacia las mujeres. Las pintas son un mero síntoma de la violencia desorbitada en que vivimos”, señalan Restauradoras con Glitter.

El Ángel es uno de los iconos patrios por excelencia, una postal turística del país, pero hay que hacer hincapié en la necesidad de que las autoridades actúen de manera efectiva. El ¡No me cuidan, me violan! es un acuse de recibo ciudadano. Corresponde a todos los mexicanos tratar este asunto con la debida cordura. Es una acción de elemental patriotismo cuidar a las mujeres de este país, a nuestras madres e hijas, a nuestras esposas, hermanas y amigas. ¿Quién en su sano juicio dice que no se trata de una tarea urgente?

México tiene problemas muy serios de inseguridad, pero eso de la “normalización de la violencia” es como normalizar la estupidez, y regatear la justicia es un acto estúpido. Las demandas del 16 de agosto son un llamado de atención hacia todos. Ellas son ellos. Somos nosotros y son ustedes.

 

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