Ecuación perversa
¿Qué diferencia hay entre despachar en una gasolinería a 200 autos y despachar a 100 en dos?
Por Samuel Wolcovich
En el mes de marzo, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) estableció una serie de normas con la finalidad de combatir los supuestos altos índices de contaminación en la Ciudad de México, entre ellas el Hoy No Circula y el “doble Hoy No Circula” para la Fase I. Dentro de las medidas de esta Fase I se encuentran el cierre parcial de industrias contaminantes, que van desde 20 por ciento hasta 50 por ciento de suspensión de actividades, dependiendo el tipo de industria que se trate; por otro lado se tiene el cierre total de las estaciones de servicio (gasolinerías) desde las 5:00 hasta las 22:00 horas, de acuerdo con la terminación del número de franquicia.
Esta última medida tiene errores fundamentales desde sus orígenes y termina siendo una ecuación perversa que no resuelve nada e incluso atenta contra las fuentes de empleo. Me explico: el primer elemento de esta ecuación surge cuando se toma en cuenta que con el Hoy No Circula se tiene parado 20 por ciento de los vehículos particulares y en Fase I, 40 por ciento, por lo que al empresario de este ramo se le ven mermados sus ingresos en un promedio de dos por ciento por la aplicación de dicho programa.
La segunda parte de la ecuación se relaciona con la obligación, por instrucción de la CAMe y la aplicación por parte de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), del cierre de un día de las estaciones de servicio, con la afectación de centros de trabajo, ya que los clientes buscarán quién les surta el combustible en otro lado, puesto que, en términos generales, esperamos a cargar nuestro tanque cuando ya casi no tenemos gasolina. Cabe señalar que la ASEA clausura las gasolinerías, pero al día de hoy no se tiene una multa establecida, ni tampoco se determina el número de días que la clausura afectará al infractor.
Esta medida es inequitativa, ya que el cierre depende del número de estación, lo que lo convierte en un volado en el cual algunas de las estaciones de servicio, según su número de estación, deberán cerrar de acuerdo con los designios de la contaminación y de la CAMe. Por lo pronto, al día de hoy de cinco ocasiones que ha habido Fase I, las números 3 y 4 han sido las grandes perdedoras, con tres ocasiones en las que se han visto afectadas con esta medida.
Analicemos la tercera parte de la ecuación: si aceptamos como cierto que las estaciones de servicio contaminan al despachar el combustible, ¿por qué las autoridades ambientales les solicitan tener por ley un sistema de recuperación de vapores, un contrato de mantenimiento mensual que mantenga en óptimas condiciones el mecanismo y una revisión semestral de la operación de este sistema? Si no es confiable dicho sistema ¿para qué solicitarlo? y, si es confiable, ¿por qué solicitar el cierre de las mismas? De facto, en la redacción de la norma ambiental de la CAMe, no queda claro si se debe o no abrir si se cuenta con el sistema de recuperación de vapores, pero por terror a ser clausurados y sin tener claro el castigo, es mejor no correr el riesgo de cumplir con las normas aplicables, pero así se la juegan nuestras desorientadas y poco claras autoridades:
-Se suspenderán actividades de abastecimiento de combustibles en estaciones de servicio que no cuenten con sistemas de recuperación de vapores, o que éstos no operen adecuadamente.
-Se suspenderán actividades en las estaciones de servicio de gasolina y gas LP de carburación, con la terminación 3 y 4, correspondiente a su último dígito numérico de identificación.
Y la última parte, con la cual cerramos esta perversa ecuación, es preguntarnos: si fuera cierto que al despachar combustible una bomba de gasolina de una estación de servicio contaminara, entonces ¿qué diferencia hay entre despachar en una gasolinería a 200 automóviles y despachar a 100 en dos? El resultado sería el mismo, la venta depende del número de autos que circulan y se detienen a cargar combustible, por lo tanto, la emisión de contaminantes sería la misma e, incluso, puede ser mayor con estas medidas draconianas e inequitativas, ya que si en una zona determinada por el azar existen dos o tres gasolinerías con el mismo dígito final, el usuario tendría que recorrer varios kilómetros más para poder cargar gasolina, y contaminaría más. Le pregunto a las autoridades de la CAMe: ¿realmente piensan que con esta ecuación perversa van a encontrar la solución a este complejo problema de contaminación?
