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Salir fortalecidos como sociedad

Luis Wertman Zaslav

Luis Wertman Zaslav

Cualquier crisis es una oportunidad de salir fortalecidos, mejor preparados y hacia un destino mejor. No en todas se aprovecha el tiempo para tener estos resultados, pero en muchas (las que realmente importan) sí se logra una diferencia social que ayuda a que superemos problemas y errores.

Este domingo, marcharán cientos de mujeres y el lunes habrá un paro nacional por la violencia en su contra, desde miles de micromachismos que hemos normalizado en nuestra cultura y en nuestro comportamiento como sociedad desde hace muchos años. En ambos casos, nos toca apoyar, ayudar y, en lo que respecta a los varones, callar y escuchar. Se trata de una lucha legítima que, a pesar de los intereses políticos que se han mezclado desde diferentes bandos, representa un reclamo que ya no puede soslayarse.

México es un país de mujeres, son mayoría en número y también en la representación social que tienen en la conducción de familias, negocios, puestos de trabajo y actividades sin las que este país no podría moverse. Ahora lo comprobaremos y espero que sirva para que, juntos, mujeres y hombres podamos establecer nuevas y mejores conductas de convivencia que no pongan en peligro a ninguna niña, joven y mujer, en ningún lugar de la República.

Esta iniciativa permite que podamos reflexionar y actuar en definitiva sobre las diferentes maneras en que se agrede a las mujeres, al mismo tiempo que revisamos en conjunto las condiciones que impiden un desarrollo equitativo y un ambiente de respeto y seguridad.

Anticipo que soy padre de dos formidables mujeres, estoy casado con una mujer extraordinaria, que me ha brindado la oportunidad de construir unidos una vida digna, y ahora soy abuelo de dos mujeres más para quienes trabajo todos los días en consolidar una sociedad mucho mejor que la actual, en donde tengan las oportunidades y los derechos que merece cualquier persona, independientemente de su género. Si estamos convencidos de que esto es posible, la politiquería y los intereses más rancios que han tratado de descalificar esta iniciativa, no podrán detener el avance de las justas demandas de las mujeres mexicanas y permitirá que desterremos, de una vez y por todas, muchos comportamientos sociales que ya no tienen sentido en una época como ésta.

Y para eso no necesitamos a ninguna autoridad o gobierno, es un acuerdo social que puede generarse perfectamente desde nuestros hogares, escuelas, sitios de trabajo y espacios de convivencia, para rechazar cualquier aspecto de agresión o discriminación en contra de una mujer.

Esto no quiere decir que las autoridades, cuyas facultades y obligaciones quedan claras en muchas normas y leyes, dejen de cumplir con el papel que les corresponde para garantizar seguridad, ayuda y atención, por el contrario, este acuerdo se extiende también a quienes tienen la tarea de conducir las políticas públicas y los poderes que nos dan sentido como país.

Pero ninguna de las partes podrá lograrlo sola, ahí radica la corresponsabilidad de sociedad y autoridad para establecer nuevas reglas, respetarlas, adoptarlas, y hacer de ellas principios de conducta que se enseñen desde que somos pequeños. En una nación moderna cada persona debe tener la libertad de creer y de pensar lo que considere mejor para sí mismo, respetando esos mismos derechos en el resto de su comunidad, aunque con normas mínimas de comportamiento en el que nadie es menos que otro y todos estamos de acuerdo en progresar.

Hace varias décadas, un movimiento como el que vamos a atestiguar hubiera parecido imposible. Simplemente no existían las condiciones y ello es una de las causas de nuestro deterioro nacional no sólo en lo económico, lo político y la seguridad, sino también lo ha sido en la sociedad que somos y en los horrores que podemos cometer.

Hoy domingo y mañana lunes tendremos la oportunidad de vernos al espejo como ciudadanos y como miembros de familias y comunidades que no han podido crear circunstancias de igualdad y de respeto, que son indispensables para cumplir esas demandas que tanto exigimos para vivir mejor.

Si aprovechamos estas oportunidades, podríamos dar un salto importante y recuperar parte del tejido social que está dislocado, junto con una mejor organización ciudadana para enfrentar problemas que requieren de mujeres, de hombres, de adultos mayores y de jóvenes, para resolverlos en definitiva.

De este llamado desesperado de mujeres y jóvenes puede surgir una sociedad participativa, unificada y mejor articulada desde la calle y hasta el último despacho donde se toman decisiones. Esta podría ser la llamada de atención que necesitábamos para dejar de ser lo que somos, para empezar a ser lo que deseamos. Apoyemos.

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