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Siempre te esperaré

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Con ese título en español, que, evidentemente, pretendió darle un empujoncito comercial, se estrenó la reciente película del prolífico realizador alemán Wim Wenders Submergence-Inmersión (Alemania-Francia-Estados Unidos-España, 2018). Wenders parece haber perdido la brújula, pues desde el excelente documental Pina, de 2011, y posteriormente La sal de la Tierra, de 2014 (ambos nominados al Oscar), no ha tenido un estreno que destaque a nivel comercial o de crítica. La palabra Inmersión es fundamental en el título, pues el relato la presenta como una metáfora en las vidas de los personajes.

Pero, sin duda, el balance de la carrera de Wenders lo hace uno de los realizadores alemanes más importantes de los últimos años. El amigo americano, de 1977; Paris-Texas, de 1984; Las alas del deseo, de 1987; Historia de Lisboa, de 1994, y su trabajo en documentales como Buena Vista Social Club, La sal de la Tierra o Pina, son apenas una muestra.

Siempre te esperaré está basada en la novela Submergence, de J. M. Ledgard, y se desarrolla en una línea parecida a los relatos de John le Carré, como un thriller con intriga, conflictos políticos y una historia de amor.

Está protagonizada por el siempre convincente James McAvoy y Alicia Vikander. La adaptación es de Erin Dignam y su guión es precisamente el punto débil de la película.

En un hotel de la costa de Normandía coinciden Danielle (Vikander), una científica que es una apasionada investigadora de las profundidades marinas y sus misteriosas formas de vida (la actriz se antoja demasiado joven para el perfil del personaje), y James (McAvoy), un agente británico que se hace pasar por un ingeniero especialista en agua para ocultar su verdadera misión, que consiste en descubrir a un grupo terrorista en Somalia que está poniendo bombas en diferentes puntos de Europa. Danielle y James se conectan de inmediato y surge el romance.

El relato no es lineal y se compone de viajes al pasado y al presente, en el cual James es prisionero de una célula terrorista y está encerrado en un cuarto oscuro en medio del desierto. Está en los huesos y ha sido torturado. Danielle, en el presente, se prepara para una inmersión en un submarino que viajará a más de 3,500 metros de profundidad para tomar muestras del fondo marino entre chimeneas, rocas y exóticas formas de vida en la más completa oscuridad. Aquí la metáfora para ambos personajes.

Conforme se desarrolla la trama, la película parece convertirse en tres: la historia de él, la de ella y la de los dos juntos, pero caminan separadas. Hacia los sesenta minutos cae en un largo bache en el que no es convincente el proceso de ninguno de los dos en solitario, y las secuencias de la historia de amor resultan reiterativas e insustanciales.

Definitivamente, no es el nivel de cine que ha distinguido a Wenders en otras ocasiones.

 

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