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Latidos en la oscuridad

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Según reportes de las comisiones y cámaras especializadas, el género de terror y la comedia en el cine son los más rentables en nuestro país. El público mexicano se entrega cuando las películas corresponden a esos géneros, sean buenas o malas. Esto ha beneficiado a la producción nacional, que explota mayoritariamente esas vertientes con considerable éxito de taquilla.

La semana pasada se estrenó Latidos en la oscuridad (Bad Samaritan-Mal Samaritano, Estados Unidos, 2017) dirigida por Dean Devlin y escrita por Brandon Boyce. Dentro del género de terror y el thriller, la película parte de una premisa original y muy atractiva que nos mantiene interesados un buen tramo del metraje.

Dean Devlin ha sido un estrecho colaborador de Roland Emmerich en sus superproducciones, escribiendo los guiones de Independence Day, Godzilla, El día después de mañana, Stargate y Soldado universal, entre otras.

Para debutar como director, en el largometraje eligió algo muy en la línea de las superproducciones: Geostorm, que pasó sin pena ni gloria. Su segunda cinta es Latidos en la oscuridad, en la que cambia completamente su temática para desarrollar una historia muy encaminada al público adolescente.

Sean, Robert Sheehan, muy de moda entre el púbico joven, trabaja con un amigo como el valet parking de un restaurante de lujo, en el que, mientras los clientes están comiendo, se llevan el coche, entran a la casa de los dueños y roban lo que pueden. Regresan con el auto, lo entregan y ni quién sospeche de ellos.

Un día, Sean toma un Maserati espectacular de un hosco cliente, Cale (David Tennant). Aprovechando su estancia en el restaurante, sale a toda velocidad, entra a la casa de Cale y busca qué puede llevarse en varias recámaras. De pronto abre una puerta y, en la oscuridad, distingue a una joven amarrada, encadenada, golpeada y amordazada. Trata de ayudarla, pero le es imposible liberarla y, además, el tiempo apremia. Sale prometiéndole que regresará. Cuando regresa el coche, Cale sospecha algo y, a partir de ahí, empezará una persecución entre el chavo y el sicópata que va resultando un asesino serial.

Dean Devlin le da buen ritmo a la narración y, aunque tiene momentos inverosímiles, las secuencias de acción están bien logradas. La actuación de David Tennant como el brutal asesino es convincente, y Robert Sheehan como el joven que va teniendo una evolución personal al sentirse culpable y comprometido a hacer algo por la joven en una carrera contra el tiempo y enfrentando el escepticismo de la policía.

No es la gran cosa, pero entretiene.

 

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