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Crímenes oscuros

Lucero Solórzano

Lucero Solórzano

30-30

Creo que es muy difícil la técnica de la elaboración de los carteles para promocionar las películas. En años pasados era el primer contacto del espectador con una cinta —en gran medida lo sigue siendo—, y el póster tenía que ser bien elaborado para capturar el interés y la curiosidad por verla.

En el caso de Crímenes oscuros (True Crimes, Estados Unidos-Reino Unido-Polonia, 2016) el póster presenta a un Jim Carrey envejecido, el pelo cortado a rape, con una barba canosa, su expresión está entre el enojo y el desconcierto. Un fino corte aparentado en el póster cruza parte de su rostro y la frase promocional es: Se necesita una mente oscura para resolver un crimen retorcido. Para ser franca, los espectadores acostumbrados a ver al actor canadiense en su especialidad de comediante disparatado nos quedamos intrigados, pues pensamos que se la jugó y dio el salto a un género totalmente ajeno y ahí vamos a ver su película, para qué más que la verdad.

Pero qué chasco nos llevamos con Crímenes oscuros que no vale ni el boleto. No es culpa de Jim Carrey, pero también hay que decirlo, interpretar este tipo de personajes con pasado tormentoso, tendientes a la perversión, oscuros e intensos, no parece ser lo suyo y ni su mejor esfuerzo saca adelante una película difícil de ver hasta el final.

Distribuida por Casa de Arte Cinemex (¿?), está basada en un artículo escrito por David Grann y publicado en el New Yorker: True Crimes: A postmodern murder mystery que registra un hecho real en torno al homicidio de un empresario en Polonia que se parecía demasiado a las descripciones de un crimen que hizo un escritor en una novela. Krystian Bala plasmó en el libro las claves que lo inculparon y acabó en la cárcel.

Dirigida por Alexandros Avranas, la fallida adaptación del artículo al cine es de Jeremy Brock, quien ha tenido mejores momentos. La historia en la pantalla se ubica en Varsovia y sigue a un detective venido a menos por un error de su pasado. Interpretado de manera que no conecta por Jim Carrey que a veces recuerda el acento polaco, Tadek está tratando de reivindicarse y recuperar su posición en la policía, por lo que se obsesiona con el homicidio de un empresario.

En su investigación descubre una red de esclavitud sexual y sadomasoquismo y un misterioso grupo de hombres de cierto perfil que se da cita en un club underground. Al oscuro lugar asiste un escritor de obras pornográficas, interpretado por Marton Csokas, y cuando Tadek descubre las similitudes lo persigue para que admita su culpabilidad.

El relato es plano, monótono y aburrido. Como thriller no funciona y el suspenso brilla por su ausencia.

Insisto, no vale ni el boleto.

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