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Los ¿90? votos de Monreal

Leticia Robles de la Rosa

Leticia Robles de la Rosa

El tablero de votación del Senado marcó oficialmente que 87 senadores aprobaron la reforma constitucional para que los militares permanezcan en labores de seguridad pública hasta 2028, con inéditos controles desde el Poder Legislativo, cuyo cumplimiento tiene más certeza de ser ignorado que de ser respetado.

Pero entre los legisladores involucrados en el proceso de negociación política, que encabezó Ricardo Monreal, el número de votos asegurados que se conoció desde la mañana del martes de votación fue de 90. Sí, 90 votos.

Es decir, la operación de Ricardo Monreal tenía asegurados los votos que dos semanas atrás no consiguieron los integrantes del Poder Ejecutivo con presiones hacia los senadores de oposición, pero, además, le sobraban.

El 20 de septiembre pasado, en la antesala del primer intento por concretar la reforma constitucional, producto de la reconciliación de Morena con el líder nacional del PRI, Morena y sus aliados en el Senado tenían 75 de los 86 votos que necesitaban.

Estaba en marcha la operación de caza de votos que encabezó el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, que incluyó a gobernadores y hasta al embajador en España. La tarde de ese día la sorpresa fue en el PAN. Raúl Paz anunció su incorporación a Morena y eso le redujo al oficialismo a 10 votos la distancia para la mayoría calificada.

La noche del 20, el oficialismo estaba seguro de tener los 10 votos que necesitaba, pero de 21, el priista Mario Zamora les informó que iba a votar en contra y se canceló la posibilidad aprobarla.

Así, la operación de presionar a los senadores sólo logró cooptar un voto para Morena.

Pero el interés del gobierno federal en la reforma los llevó a intentar de nuevo, ahora con una nueva dinámica: Ricardo Monreal iba a ser el responsable de lograr los votos, con su conocida estrategia de dialogar.

Así, logró que PAN, PRI, MC, PRD y Grupo Plural dialogaran. Era un hecho que mantener el dictamen en sus términos iba a provocar un nuevo fracaso. La modificación era indispensable.

El viernes 30, con PAN, MC y Grupo Plural decididos a no ceder, PRI y PRD se sumaron a Monreal para elaborar una propuesta. El domingo 2 de octubre fueron notificados que el gobierno federal no aceptaba todos los términos. Hubo inconformidad.

El lunes 3 se aprobaron en comisiones modificaciones que no incluyeron todas las propuestas del PRD y el PRI, pero la mañana del 4, a unas horas de la votación en el pleno, fueron informados que el gobierno aceptaba los términos de la propuesta.

Al ser una reforma constitucional cada voto es oro, pero también cada ausencia, porque reduce la meta a alcanzar.

Ese martes a Morena le faltaban 10 votos para la mayoría calificada de 86, si asistían los 128 senadores. Pero se ausentó la priista Claudia Anaya y el total de senadores fue de 127, lo que implicó que la mayoría calificada se construía con 85 votos. Esa ausencia contó en favor del oficialismo.

Hubo otros nueve priistas que votaron a favor; con ellos Monreal tenía los 85 votos que necesitaba, pero se sumaron dos perredistas; es decir, llegó a 87, más la ausencia de Anaya, que jugó en su favor, se convirtió en 88 votos.

Pero tenía un as bajo la manga: dos votos de reserva del PAN que iban a ser utilizados en caso de que alguno de los priistas o los perredistas se arrepintiera.

Los votos de los panistas ya no hicieron falta, pero contribuyeron a que Ricardo Monreal afianzara en el oficialismo su posición como el único que logra acuerdos con la oposición.

Cuando Ricardo quiere hacer algo, lo hace muy bien, cuentan en el oficialismo que fue la expresión del Presidente de la República en la reunión privada con sus colaboradores, antes de la mañanera del 5 de octubre, donde no hubo reconocimiento alguno para Monreal y ni señal alguna de que esa operación se traduzca en un nuevo acercamiento a Palacio.

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