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Éxodo

Kimberly Armengol

Kimberly Armengol

Rompe-cabezas

La crisis migratoria que se intensificó durante los últimos meses no es una historia nueva. Estamos habituados a esas escenas en las que miles se juegan la vida para llegar a Estados Unidos como si fuese el Edén. Seres humanos que hacen lo que sea para escapar de la inmundicia de sus naciones. También estamos acostumbrados a discursos vacíos de politiquillos que no quieren ni pueden resolver el problema de raíz. Sólo palabrería. La nada sobre la nada.

Gobiernos que esperan ansiosos las remesas para sacar a flote su economía. Políticos que tienen el descaro de celebrar como mérito propio el dinero que envían los migrantes para sostener a sus familias. Uno de los factores más relevantes para reactivar nuestra deprimida economía durante la pandemia han sido las remesas de esos connacionales que se juegan la vida para llegar “al otro lado”.

¿El origen del problema? Todos lo sabemos. Gobiernos mediocres que son incapaces de proporcionar a sus ciudadanos los elementos mínimos necesarios para tener una vida digna. Gobernantes a los que les conviene que su gente se vaya y recibir los dividendos de su sufrimiento en forma de dólares. Según Naciones Unidas, desde el inicio de 2021 el aumento de niños migrantes en México creció nueve veces, pasó de 380 a 3,500. ¿Qué clase de horrores tienen que vivir los niños en sus países para emprender la huida hacia la nada y sin compañía?

La capacidad de supervivencia de cada uno de esos pequeños tendría que ser un ejemplo para la humanidad. Son el rostro de la esperanza. Sólo en marzo, las detenciones en la frontera de Estados Unidos marcaron el nivel más alto en 15 años. Fueron cerca de 172 mil, un alza de 71% en un mes. Antes de la pandemia de covid-19, cerca de cinco millones de personas (de Guatemala, Honduras y El Salvador) necesitaban asistencia para sobrevivir, hoy son más de diez millones. Casi 30% de su población total.

 

¡No, por favor!

Con la buena intención —y la desesperación  de encontrar soluciones al problema migratorio—, el presidente López Obrador propuso la ampliación del programa Sembrando Vida. Básicamente, consistiría en que los centroamericanos serían acreedores a visas de trabajo temporales después de tres años de sembrar “cedro y ceiba” y a los seis años, obtener la ciudadanía estadunidense.

¿En qué momento imaginamos que los mexicanos podríamos sugerir al gobierno estadunidense cómo y a quién otorgarle visas y nacionalidades? ¿En qué momento nuestro problema de migración debe ser solucionado por Estados Unidos? El flujo de migración sin documentos no cambiará abriendo fábricas, sembrando árboles o exhortando a la gente que no vaya a ese país. El éxodo acabará cuando los países expulsores brinden salarios dignos. Eso es aún más difícil mientras intereses privados y grupos de poder continúen viendo la mano de obra como objeto sin valor o como máquinas.

En Imagen Noticias hemos transmitido, los últimos días, imágenes de niños no acompañados cruzando la frontera después de semanas de viaje y la situación de hacinamiento en la que viven migrantes centroamericanos en la frontera norte de México. ¿Cuál es mi sorpresa? Leer los comentarios en redes sociales frente a estas imágenes. No hay adjetivo para describir las expresiones de odio, racismo y xenofobia contra los migrantes centroamericanos y ¡contra sus hijos nacidos en México! Son esos mismos mexicanos quienes por décadas protestamos por el trato inhumano que reciben nuestros migrantes en Estados Unidos.

Es momento de que los mexicanos dejemos la posición hipócrita de pretender dar lecciones a Estados Unidos sobre migración mientras nosotros, como sociedad, somos tan miserables como cualquier red neck. No sólo son los gobiernos, somos nosotros, todos.

 

POST SCRIPTUM

Si usted sigue siendo de esos genios que duda de la vacunación y da cabida a teorías de conspiración y las maquiavélicas intenciones de “entes oscuros” para inmunizar a la población, lo invito a revisar las imágenes de lo que sucede en India. Un país que estaba mejor que nosotros y ahora están sumidos en una espiral de muerte y dolor.

Tenemos que inmunizarnos todos lo antes posible, por usted, por mí, por nuestros cariños y por todos aquellos que aún no tienen acceso a ello.

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