Velaria bajo lupa
Juan Carlos Talavera
Los trabajadores del Museo Nacional de Arte (Munal) siguen preocupados por la instalación de una velaria retráctil en la azotea de su sede, en Tacuba 8. En los últimos días, esta columna ha recibido fotografías y videos de los trabajos realizados hasta el momento, aunque el más llamativo es uno donde conversan con un supervisor de la obra, que calcula en poco más de 2.5 toneladas el peso de las estructuras metálicas, durmientes y rieles en proceso de instalación.
¿Es normal agregar un peso de estas dimensiones a un edificio histórico como éste? Suponemos que sí y que no habrá afectación alguna al inmueble, que cuenta con declaratoria de Monumento Artístico (1987), pues, pese a las protestas —la más reciente afuera del Teatro Julio Castillo—, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) cuenta con los dictámenes y los permisos para dicha instalación.
Así que, a pesar de las goteras de 2021, la filtración de cemento en su bodega y los desprendimientos en las cornisas del edificio, informados en este espacio, tanto la Dirección de Arquitectura del INBAL como la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la CDMX (Seduvi) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han autorizado la instalación.
En un gesto de transparencia con este espacio, Lucina Jiménez, titular del INBAL, remitió los documentos con los que cuentan. Por ejemplo, la opinión técnica favorable de la Dirección de Patrimonio Cultural Urbano y de Espacio Público, de Seduvi, del 15 de agosto de 2019, que concede autorización para colocar la cubierta en el patio central del Munal, construida a base de una estructura metálica y una membrana arquitectónica blanca Verseidag.
El documento, suscrito por José Martín Gómez Tagle, especifica que durante el proceso de las obras “se deberán tomar las medidas necesarias de protección para garantizar la integridad física de cualquiera de los elementos arquitectónicos y estructurales del monumento artístico, asumiendo la empresa encargada de la obra cualquier responsabilidad de posible afectación o riesgo a éste, así como todas las medidas de seguridad y protección civil que ello implique”. Y, tras revisar la documentación y de hacer una revisión técnica in situ “y tomando en cuenta que los trabajos no impactan la imagen urbana del contexto patrimonial, esta dirección considera procedente la realización de los trabajos de intervención”.
Dichas labores, abunda el documento, implican el desmontaje de ventanas de herrería, demoler muros de cuartos de azotea para liberar áreas, derribar pretiles en puntos específicos de la azotea para colocar dados de concreto armado, habilitar trabes de concreto y de acero, como parte del sistema de anclaje, y la instalación de la estructura y de la cubierta.
También se aportó la autorización de la Dirección de Arquitectura del INBAL, signada por Lizbeth Aguilera; y la del INAH, firmada por Germán Alamilla Vázquez, director de Autorizaciones e Inspecciones; e Isabel Henestrosa Zárate, jefa del departamento de Inspecciones, con folio 136/21 y fecha 18 de mayo de 2021 (en espera de la prórroga de 2022), donde se informa que el responsable de la obra es el ingeniero Luis Ángel Guerrero Sanders y se destaca que la cubierta móvil tendrá 4.5 metros de inclinación, en relación con el nivel de la azotea del inmueble, para minimizar su impacto visual en el entorno histórico.
Ojalá que el INBAL y la SC conversen pronto con los trabajadores y resuelvan sus dudas, que confirmen que el peso adicional no dañará el inmueble histórico y que la adecuación será para “posibles actividades culturales paralelas a las exposiciones que se ofrecen al público al aire libre”, como informó Carmen Gaitán, y que no será un pretexto para hacer del Munal un gran salón de fiestas.
Comparte en Redes Sociales