Sosiego

El INBAL detalló las primeras acciones para atender los 13 pliegos petitorios de estudiantes de sus escuelas de arte

Todos lo saben. Hace un par de meses, los estudiantes de las escuelas de artes del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) protestaron afuera del palacio de mármol. Aquel día, la explanada fue sacudida por reclamos, bailes y consignas que exhibieron la radiografía del abandono, porque claramente estas academias no se han beneficiado del famoso “rediseño institucional”.

Luego de mucho insistir, el INBAL detalló a esta columna (por escrito) las primeras acciones emprendidas para atender los 13 pliegos petitorios que recibió. Refiere que ya contactó a los estudiantes, verificó la descripción de las exigencias (recibidas el 14 de diciembre pasado) e inició un recorrido por las escuelas, del 16 al 20 de enero, junto con autoridades, directivos y alumnos de cada plantel.

En el caso de La Esmeralda, el instituto asegura que ya se repararon caballetes, restiradores y bancos de los talleres artísticos, aunque sí considera la adquisición de equipamiento en este ejercicio fiscal. Mientras que, en el Conservatorio Nacional de Música, los estudiantes cuentan con los 106 pianos afinados y un programa de mantenimiento, aunque también se contempla la adquisición de refacciones e instrumentos nuevos, por lo que “se está integrando una carpeta de inversión que se presentará ante Hacienda, con la finalidad de contar con el presupuesto”.

El escrito asegura que ya se dio mantenimiento a válvulas de gas en las escuelas, que se regularizó el abastecimiento de agua y la instalación de filtros de agua.

Por último, indica que, junto con la Secretaría de Cultura federal, acordó “una gestión presupuestal complementaria a través de fuentes alternativas e ingresos propios, así como los planes de procuración de fondos por parte de las escuelas para invertir en los rubros de infraestructura, mantenimiento y equipamiento en el presente año”.

Todo muy bien en el papel, aunque el INBAL, que dirige Lucina Jiménez, no aportó los montos presupuestales requeridos en cada espacio académico ni el presupuesto que solicitará a Hacienda, lo cual muestra un trámite más para salir del paso.

CON CALMA

Alejandra de la Paz lleva poco más de dos meses al frente del Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA) y aún no anuncia su plan de trabajo. ¿Lo tiene?, ¿lo heredó de la gestión de su antecesor, Miguel Fernández Félix?, ¿con cuántas exposiciones internacionales nos sorprenderá?

A este ritmo, De la Paz podría esperar hasta abril, una vez que cierre la muestra Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía, para informar que ya está integrando su programa de trabajo y que lo anunciará en breve.

Luego argumentarán que el atraso responde a los designios de la reingeniería institucional de Bellas Artes. No se olvide que la prodigiosa metamorfosis del INBA en INBAL será digna de epopeyas que celebrarán la construcción de una quimera.

Sólo resta esperar la magna exposición temporal Cien años del renacimiento del Muralismo mexicano, que deberá abrir muy pronto en el MPBA, la cual llega tardísimo a la celebración de este movimiento artístico que sí atendió oportunamente la UNAM, con la exposición El espíritu del 22: Un siglo de muralismo en San Ildefonso.

¿HABRÁ SOLANA?

Otro asunto pendiente, pero en el Congreso de la CDMX, es la propuesta de llevar el nombre del escritor Rafael Solana (1915-1992) a su Muro de Honor. La iniciativa sigue estancada en la Comisión de Normatividad, que encabeza el diputado Jorge Gaviño  Ambriz. ¿Por qué?

OTRA PIFIA

La titular de Cultura, Alejandra Frausto, debería contratar a un asistente que lleve su cuenta de Twitter y así evitar pifias como la de ayer, cuando anunció el fallecimiento del cineasta Carlos Aura (Carlos Saura).

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