Premios y olvido

Los nombres y la obra de los premios nacionales de artes 2020 y 2021 no lucen en el ecosistema de la cartelera nacional

Las autoridades culturales de México padecen el síndrome de la omisión eterna. Lo digo porque apenas en noviembre pasado entregaron —con puntual retraso—, los premios nacionales de artes 2020 y 2021 a figuras destacadas como el poeta Óscar Oliva, el compositor y director de orquesta Sergio I. Cárdenas Tamez, el académico Fernando Serrano Migallón y el colectivo Taller Leñateros. Sin embargo, hoy, sus nombres y su obra no lucen en el ecosistema de la cartelera nacional.

Significa que estos creadores, recién galardonados, sólo vivieron la fama de un día y luego fueron relegados al almanaque del olvido para abultar el listado de reconocimientos que, año con año, deben palomear esos funcionarios que balbucean logros en un mar de pendientes, desde los trabajos en Chapultepec hasta la inacabable recuperación de inmuebles históricos afectados por los sismos de 2017. Por cierto, sobre los premios nacionales de 2022 y 2023, mejor ni preguntamos.

Estos galardones, me parece, no deberían limitarse al cumplimiento de un trámite, sino que tendrían que formar parte de una estrategia que proyectara y difundiera su trabajo creativo, al menos durante un año, para que el público conozca y revisite su legado en todos los formatos posibles. ¿De qué sirve una lista de nombres cuya obra no circula ni se revisita?

Por ejemplo, Sergio I. Cárdenas Tamez no figura como director invitado de ninguna agrupación orquestal del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y sus composiciones escasamente han sido tocadas en México –sólo 10 de 131 creaciones del músico tamaulipeco han sido interpretadas por dichas orquestas en las últimas cuatro décadas, y sólo una en los 10 años recientes, el Salmo 23 para voz y piano, en el Munal–, a diferencia de las 37 que ya sonaron en Alemania. ¿Cómo explicar esa incongruencia?, ¿es cuestión de olvido, ignorancia, omisión o arrogancia?

Tampoco se observa que Alejandra Frausto, titular de Cultura federal, apoye al Taller Leñateros, que enfrenta el despojo irregular de la sede que ocupa desde hace 40 años. Si mal no recuerdo, la funcionaria prometió un nuevo espacio para el colectivo, ya fuera en una propiedad federal o estatal, lo cual no ha ocurrido.

Y no es por presionar, pero el pasado 21 de junio, María Méndez Pérez, Marush, debió tramitar una solicitud de amparo ante el Poder Judicial, contra la sentencia de desalojo que acordó el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Chiapas.

A esto se suma la falta de interés por circular la obra de Óscar Oliva, ya que, si no fuera por la publicación de Poesía de la perseverancia. Antología personal (UNAM, 2020), sería muy difícil acceder a la obra del autor de Áspera cicatriz y Lascas. ¿No deberían el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, la Coordinación Nacional de Literatura y el Fondo de Cultura Económica (FCE) difundir el torbellino poético

de Oliva?

Pero no son los únicos. Ahí están Fernando Serrano Migallón, Alfredo López Austin, Hersúa, Concepción Company y muchos más, aunque el caso más lamentable es el de Eduardo Matos Moctezuma (Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 y del Princesa de Asturias 2022), a quien (Alejandra Frausto, Lucina Jiménez y Diego Prieto) han ignorado por expresarse libremente. Esperemos que en el futuro no vengan con el cuento de que todo premiado y becado no podrá dar su opinión en entrevistas ni en redes sociales.

  • VIGILANCIA ACOTADA

Trabajadores del INBAL denunciaron ayer que la dependencia nuevamente enfrenta dificultades para el pago de seguridad privada, por lo que, en espacios como el Centro Cultural del Bosque, el Museo Nacional de Arte y el Palacio de Bellas Artes redujeron el número de elementos en sus salas. En diciembre pasado, Lucina Jiménez prometió que la situación no se repetiría, como en 2022, pero se desconoce si ahora es responsabilidad de la empresa o de la dependencia.

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