Paisaje errático
Alejandra Frausto ha protagonizado una película sorda, amparada en el impulso de las culturas populares...
Promesas al vacío, diagnósticos eternos y un par de disculpas públicas; numerosas protestas en el INAH e INBAL, la creación de un chat incómodo para desactivar colectivos, la reducción del presupuesto en el sector cultura, la fallida mudanza a Tlaxcala, cientos de pagos atrasados a artistas y trabajadores, así como incendios en inmuebles históricos de Michoacán y la CDMX, daños en sitios arqueológicos, pinturas rupestres y la caída de la techumbre en la Casa de las Águilas del Templo Mayor.
Todo esto dibuja sólo parte de los primeros 32 meses de gestión de Alejandra Frausto como titular de Cultura federal, quien ha protagonizado una película sorda, amparada en el impulso de las culturas populares; mientras sonríe y se acurruca en los brazos de la pandemia.
A esto hay que sumarle la opacidad en el manejo del legado de Octavio Paz (del cual aún se desconoce su volumen y su destino, a tres años de la muerte de Marie-Jo), la falta de garantías para reponer el Teatro Julio Jiménez Rueda, las subastas de piezas arqueológicas en Francia y el robo de documentos históricos en el Archivo General de la Nación y del Archivo Técnico del INAH.
Los gritos de auxilio de museos, como el José Luis Cuevas, el Macay y el MACO de Oaxaca, la falta de apoyo a la industria editorial, en su peor crisis, la reducción de salarios (como en la Fonoteca Nacional), el impago de estímulos a investigadores del INAH y la centralización de recursos en el Proyecto Chapultepec.
Además del insuficiente Profest, el olvido de la FILIJ, la innecesaria extinción del Fondo Tierra Adentro, el supuesto estudio de la voz de Frida Kahlo, la infraestructura cultural olvidada en todo el país, las bibliotecas públicas sin internet y el legado de un Efiartes sin colmillos.
Hay que añadir la inédita apertura de 91 plicas en los Premios Bellas Artes, que causó la renuncia de Cristina Rascón a la Coordinación Nacional de Literatura del INBAL, y quien nunca fue sancionada.
También, la autorización del homenaje al líder religioso Naasón Joaquín García (detenido en EU menos de un mes después), en el Palacio de Bellas Artes, donde se presentó la ópera El guardián del espejo.
Además de la infructífera fusión de las bibliotecas México y Vasconcelos, para encabezar un modelo implementado en todo el país; sin olvidar la criticada Ley General de Bibliotecas, que afecta a editores independientes. ¿Qué fue del decálogo de Marx Arriaga?
Se debe sumar la falta de respaldo al bailarín Isaac Hernández (a diferencia de Elisa Carrillo, quien brinda visitas de doctor a la Compañía Nacional de Danza); los homenajes fallidos en internet (como a Gabriel Zaid) y el gasto de 4.7 mdp en apoyo jurídico para atender negociaciones sindicales y demandas laborales. Además de la supuesta creación de una policía especializada en patrimonio, el descuido de la tramoya histórica de Bellas Artes (convertida en chatarra) y los enfrentamientos con la comunidad cultural. Y podría continuar… pero no alcanza la tinta.
DAÑO A ÓLEO EN EL MUNAL
Sorprende que Carmen Gaitán, directora del Museo Nacional de Arte (Munal), no se haya percatado de la gotera que tiene la Sala 5 del segundo nivel de este recinto, la cual ya afectó parte del óleo Los santos niños Justo y Pastor, del artista novohispano José Juárez, debido al escurrimiento de agua que es disimulado con una jerga en el piso.
Recuerdo que en abril de 2019, cuando Gaitán —que después llamaría “imbéciles” y “la peor escoria que haya conocido” a sus trabajadores de base— asumió las riendas del Munal, me dijo que ella es “una directora muy patrimonialista”. Ahora no estoy tan convencido de eso. Ojalá que Lucina Jiménez, directora del INBAL, y los integrantes del patronato del museo revisen el tema e informen a la opinión pública.
