Otros desplomes

El INAH reconoció que hace tres díascolapsó la cubierta temporal que utilizaban losexpertos en el sitio de Tlatelolco.

 El Instituto Nacional de Antropología e His­toria (INAH) reconoció ayer que hace tres días –mientras difundía el avance de los trabajos para sustituir la techumbre de la Casa de las Águilas, en la zona arqueológi­ca del Templo Mayor– colapsó la cubierta temporal que los expertos utilizaban, desde hace al menos dos años, en el sitio de Tlate­lolco, para cubrir los trabajos de excavación que lidera el arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo.

En esta ocasión, el INAH –que vuelve a refugiarse en el río de la ingenuidad– culpa del hecho a la inesperada tromba del pasa­do miércoles 27 de abril, sin aportar mayo­res detalles, bajo el argumento de que están elaborando “el dictamen detallado de las afectaciones”. ¡Tremenda novedad!

Pero mientras concluyen el sesudo re­porte, que, protegido por una cubierta de teflón, deberá leer minuciosamente Diego Prieto, acudí al sitio y, luego de recorrerlo, me tropecé con algunas preguntas para el fin de los tiempos.

Uno. ¿Por qué los trabajadores y las au­toridades del INAH decidieron mantener una cubierta provisional en dicho espacio que, según trascendió ayer, conserva al menos 17 entierros prehispánicos? ¿Acaso Protección Civil de la Ciudad de México no les dijo que era riesgoso trabajar bajo di­cha estructura durante tanto tiempo? ¿No aprendimos nada tras lo ocurrido en el Templo Mayor?

Dos. El colapso de la estructura –hecha de soportes tubulares, láminas metálicas y una lona de grandes dimensiones– ocurrió durante la noche del pasado miércoles. Imagine usted si dicha cubierta hubiera re­sistido ‘la tromba’ y se hubiera desploma­do mientras los arqueólogos realizaban su trabajo.

Tres. Aún no es oficial, pero, de acuer­do con el reporte de algunos vigilantes que laboran en el sitio arqueológico, no sólo se registraron daños en el basamento (algu­nos desprendimientos de piedra), sino que también resultaron afectados algunos de los entierros u osamentas de las excavaciones, luego de que algunas láminas cayeran den­tro del sitio explorado.

Cuatro. Es curioso que el INAH no es­pecifique el detalle de los daños, pero ayer mismo informó, en su comunicado 183, que ya inició “los trámites correspondientes para el reclamo de la póliza contratada para este tipo de siniestros que afectan bienes del patrimonio cultural”. Sólo una duda: ¿el seguro realmente cubrirá los daños o con el tiempo se nos dirá que debieron destinarse recursos del PEF para restaurar el sitio?

TRABAJAR POR ADELANTADO

Hace unos días, 49 trabajadores que labo­ran en el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC) –algunos de los cuales ni siquiera han firmado su contra­to– anunciaron un paro total de labores en dicha dependencia para el lunes 2 de mayo, dado que no han recibido pago alguno en lo que va de 2022.

Supongo que para Juan Carlos Gutiérrez Bonet (que, según la Plataforma Nacional de Transparencia, percibe un sueldo men­sual neto de 93 mil 652 pesos) es normal adoptar una actitud zen y abnegada mien­tras se trabaja, por adelantado, en favor de la cultura. No estoy de acuerdo.

Aunado a esto, debo lamentar la actitud soberbia y desproporcionada de Bonet con la prensa. Veamos el siguiente diálogo, sus­citado el pasado 22 de abril entre la perio­dista Reyna Paz y el secretario ejecutivo del exFonca, al término de un evento oficial en el Complejo Cultural Los Pinos.

–¿Por qué no ha llegado el pago a su personal?, cuestionó la reportera.

–Tiene que verlo con mi gente. Así no se hacen las entrevistas, pídelo a la gente de prensa, respondió el funcionario.

–¿No quiere hablar del tema?, insistió.

– No, con usted no, acotó.

Me parece que la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, debería charlar y alec­cionar a su funcionario o, quizá, sugerirle que no asista a eventos oficiales si carece de la mínima capacidad para responder preguntas simples.

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