Orquesta relegada

Los músicos de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro denuncian un grave rezago salarial.Nadie duda del poder de la música de concierto ni del efecto que una orquesta puede lograr en la sociedad, especialmente cuando se trata de agrupaciones que resisten ...

  • Los músicos de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro denuncian un grave rezago salarial.

Nadie duda del poder de la música de concierto ni del efecto que una orquesta puede lograr en la sociedad, especialmente cuando se trata de agrupaciones que resisten fuera de la Ciudad de México, un tanto relegadas y con escasos fondos públicos.

Pese a todo, los funcionarios del sector cultural se empeñan en sólo destacar la tradición sonora del país y encumbrarla como un contrapeso natural que hace frente a la violencia que nos ha inundado. Es más, ninguno de ellos duda en brindar su aplauso mediático cada que alguna agrupación eleva las notas de José Pablo Moncayo, Arturo Márquez o Gabriela Ortiz.

“¡Bravo!, ¡bravo!”, gritan desde su púlpito de cartón, con esa emoción impostada en el rostro, ante la inminencia de algo que no comprenden: todas las orquestas de México necesitan un presupuesto estable. Por eso, no es raro que, hasta hoy, ninguna autoridad local ni federal haya puesto la mira en las carencias que enfrentan las agrupaciones que no gozan del cobijo financiero de la CDMX, como ahora lo exhibe la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro (OFEQ), que ha sido marginada y trabaja en condiciones ínfimas e irregulares.

Por ejemplo, los músicos de esta filarmónica han denunciado que enfrentan un rezago salarial de nueve años, es decir, no han recibido el ajuste inflacionario desde 2015, a lo que se suma un detalle inexplicable: la orquesta perdió su capacidad de ser donataria.

Además, la OFEQ no cuenta con una sede fija, así que sus conciertos se alternan entre el Teatro Metropolitano y el Teatro de la República, aunque ninguno de éstos cuenta con una concha acústica, lo que demerita la calidad sonora.

Los músicos también han revelado que no pueden calendarizar o programar una temporada completa, dado que los escenarios disponibles llevan su propia agenda, por lo que sus “conciertos regulares” en ocasiones son cancelados o, habitualmente, son programados los días miércoles, lo cual no es cómodo ni para el público ni para la orquesta.

La OFEQ tampoco cuenta con fondos para la adquisición ni el mantenimiento de instrumentos, y mucho menos para la contratación de solistas o directores invitados, lo que ha propiciado que, desde hace casi un lustro, no interprete música de autores como Strauss, Bruckner y Mahler, dado que la administración ha reconocido que no puede contratar a músicos externos para completar la dotación requerida.

Hace días conversé con el director ucraniano Mark Kadin, titular de la OFEQ —quien tomó las riendas de la agrupación en agosto de 2023—, y perfiló el siguiente panorama: “Observo una falta de interés en las actividades de la OFEQ por parte de la Secretaría de Cultura (local). Además, en los últimos cinco meses, la licenciada Marcela Herbert Pesquera, lamentablemente, no encontró tiempo de reunirse con el nuevo director titular (él mismo) y, así, conocer los problemas de primera mano. Estoy un poco decepcionado porque nadie ha intentado resolver estos problemas”.

Y agregó: “La OFEQ trabaja semana tras semana, pero a veces los músicos reciben el horario con escasos días de antelación, lo cual no es muy profesional. Y también está la falta de comunicación entre la Secretaría de Cultura local y la administración con los músicos de la orquesta. Ellos no saben qué está pasando, así que están bastante nerviosos y necesitan información”.

De momento, los integrantes de esta filarmónica esperan que llegue el 5 de febrero, cuando sostendrán una reunión con Rodrigo Sainz, que encabeza la asociación civil de la OFEQ, quien podría llegar a un acuerdo con las autoridades de la SC local para tratar de resolver los problemas de esta agrupación, que no se ha visto favorecida por las bondades de la descentralización presupuestal que emprendió la Secretaría de Cultura federal en el actual sexenio.

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