Oídos sordos

¿Por qué iniciaron los trabajos sin considerar la opinión de los creadores vivos...?

La conversión del Centro SCOP en el Parque del Muralismo Mexicano, anunciada en febrero pasado, camina por el sendero de la opacidad sin que, hasta el momento, las autoridades culturales o de infraestructura aclaren los pormenores del proyecto definitivo y si respetará la disposición original de los murales, si tratarán de reubicar alguna pieza y a qué tipo de establecimientos comerciales abrirán la puerta, como lo han cuestionado los integrantes de la iniciativa En Defensa del Centro SCOP.

Dicho grupo ciudadano —conformado por vecinos, académicos, promotores culturales, arquitectos y artistas—, no sólo denunció los actos de vandalismo en contra de los murales y su deterioro, sino que además evitó su traslado al fallido aeropuerto de Texcoco e insistió en la esperada declaratoria del espacio como monumento artístico, consumada esta semana. Ahora, exige los detalles del plan que será ejecutado en los meses por venir, con un presupuesto cercano a 531 millones de pesos.

Una de las mayores preocupaciones estriba en que los funcionarios no han convocado ni escuchado la voz de los expertos en muralismo, arquitectura y arte. ¿Por qué iniciaron los trabajos sin considerar la opinión de los artistas vivos del Equipo de Integración Plástica Original, como lo revelaron los integrantes del colectivo?

Tampoco han conversado con los expertos del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM ni con los herederos de los artistas fallecidos, como Alberto y Leopoldo Best Guzmán, hijos de Jorge Best; Azul Esther Gottdiener, sobrina de José Gordillo, o María Elena O’Gorman, hija de Juan O’Gorman.

De acuerdo con el cuarto punto del decreto por el que se declaró monumento artístico al Centro SCOP, publicado el pasado lunes en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la Secretaría de Cultura federal (SC) y el INBAL, que dirigen respectivamente Alejandra Frausto y Lucina Jiménez, en coordinación con la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), encabezada por Jorge Nuño, “en un plazo de 30 días naturales, contados a partir de la entrada en vigor del decreto, establecerán mecanismos de colaboración que definan los criterios para la protección, conservación, promoción y difusión del monumento artístico, enfocados al conocimiento, al estudio, al respeto y al aprecio del patrimonio cultural”.

Uno esperaría que, en este lapso, tanto Frausto como Jiménez y Nuño tendrían que mostrar un genuino interés por incluir a las voces de quienes han protestado y se han manifestado en contra de la opacidad; a menos que prefieran tomar el camino de la autocomplacencia y la todología no ilustrada.

“CHINCHERVANTINO”

Y ahora un divertimento. Dicen que las chinches fueron de paseo al 51 Festival Internacional Cervantino (FIC). No sé si arribaron desde París o si llegaron en autobús desde Ciudad Universitaria. Al principio pensé que todo era una leyenda, hasta que mi colega Jocelyn Jiménez Raymundo, integrante de logística del FIC, me compartió un video tomado por uno de los inconformes, donde grabó un insecto bien dotado que se escabullía entre las sábanas.

También me envió la fotografía de una cucaracha ejecutada en el rincón de una habitación —epitafio de la lucha entre plagas—, similar a las que avistamos en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas.

No recordaba que, el año pasado, algunos artistas denunciaron algo similar, ante el silencio de Frausto (SC) y Mariana Aymerich, directora del festival, quienes este 2023 estuvieron más preocupadas por entonar el fado de la despedida al ser su último Cervantino, al que destinaron 129 millones de pesos.

Ojalá que los funcionarios del futuro logren hacer un mejor trabajo y, sobre todo, abatir a esos insectos que se han instalado en el FIC. Mientras tanto, lo mejor es bailar: ¡Albricias, albricias!

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