Lectores

Hoy arranca la 36 edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante en lengua española.

Leer es un ejercicio individual que sólo requiere de ímpetu y voluntad. Habrá quien prefiera hacerlo en la mesita de un café, arropado por el murmullo de la urbe, o en la serenidad del sofá al final del día. Otros no tendrán más alternativa que el vagón del Metro o la parada del autobús, y, de vez en cuando, alguien dirá que para leer requiere del silencio absoluto –un bien escaso de nuestro tiempo– y no dejará de refunfuñar ante el sonido del claxon o la licuadora de la vecina.

Algunos afirmarán que sólo es posible concentrarse con la música en los auriculares o susurrando palabras en voz alta, como si dependieran de un mantra especial; y no faltará quien se jacte de su capacidad para leer en condiciones extremas, incluso mientras un grupo de norteños toca La puerta negra en la mesa de a lado, o sin importar que sea septiembre y se escuche la alerta sísmica.

A estas alturas ya no es relevante si se trata de alguien que prefiere el papel o si forma parte de esa legión que se acomoda en cualquier dispositivo digital, mientras revisa las notificaciones del celular, en una lectura intermitente que impone una competencia de cien metros planos en cada párrafo.

Para todos ellos, aunque sea de manera simbólica, ha llegado la 36 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante en lengua española, que arranca hoy y que intentará recuperar su dinámica, luego de una pandemia que hizo de las letras una de las pocas tablas de flotación que nos alejó de la locura.

Sin embargo, este año la FIL deberá sortear una posible nueva reducción presupuestal, rumbo a 2023, así como los señalamientos extraliterarios –externados ayer por Movimiento Ciudadano, a través de un desplegado–, enfocados en la figura de Raúl Padilla López, presidente de la FIL, a quien acusan de disfrazarse de promotor cultural y de convertir a la feria “en un foro particular para atender su agenda política personal”, así como de impulsar un falso debate sobre el presupuesto de la UdeG y ensuciar la vida pública de Jalisco.

Es una pena que este foro, que debiera rendirse sólo ante el poder de la literatura y sus lectores, deberá lidiar con el sabor amargo de la política y el presupuesto. Ojalá que esta atmósfera no sea el fango propicio para hundir a la FIL en el marasmo que consume a gran parte de la actividad cultural del país.

MURALES EN RIESGO

Hace unos días, el muralista David Celis denunció a Excélsior (16/11/2022) que, en días recientes, las autoridades de la alcaldía Álvaro Obregón suprimieron tres de sus murales, así como el Taller de Muralismo Mexicano.

Al respecto, Dolores Martínez Orralde, subdirectora de Patrimonio Artístico Inmueble del INBAL, reveló, a través de una tarjeta informativa, que “el Instituto le ha enviado una atenta solicitud a la alcadesa de Álvaro Obregón, Lía Limón, para considerar el interés y compromiso que tiene la Secretaría de Cultura federal y el INBAL por la permanencia de las expresiones del muralismo contemporáneo, como es el caso de la restauración de los murales del pintor David Celis y la conservación de otras obras ubicadas en el Corredor Cultural Vasco de Quiroga”.

Y agregó: “Por ello, el INBAL le ha ofrecido su colaboración para brindar la asesoría técnica necesaria por parte del personal especializado del Cencropam para llevar a cabo la recuperación y restauración de dichas obras del artista. Asimismo, se le ha manifestado la importancia de cuidar y conservar las expresiones murales urbanas en dicha demarcación, las cuales han permitido mantener la identidad, así como el rescate y apropiación social de los espacios públicos que son parte del movimiento muralista actual”. Esperemos que la alcaldía tome nota y a la brevedad reponga los murales.

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