Laudería relegada

En los últimos cuatro años, el presupuesto para la Escuela de Laudería del INBAL, en Querétaro, sumó un millón de pesos.

El presupuesto que recibió la Escuela de Laudería del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), ubicada en Querétaro, apenas suma un millón de pesos… ¡pero en los últimos cuatro años!, tal como lo revela información obtenida a través de transparencia, lo que confirma lo indecible: este proyecto, que en 2022 cumplió 35 años, no tiene relevancia alguna para la actual gestión de Lucina Jiménez y de Alejandra Frausto.

Es algo contradictorio, pero a ninguna de las dos funcionarias se le ha ocurrido que el apuntalar la Escuela de Laudería podría resolver la falta de instrumentos en las academias del propio instituto, como el Conservatorio Nacional de Música y la Escuela Superior de Música, al menos en lo que respecta a instrumentos de cuerda frotada (violines, violas y violonchelos).

¿Por qué no invertir en Laudería para que se convierta en una academia que produzca instrumentos para los semilleros culturales que tanto se promueven? ¿Por qué no buscar que sus egresados sean la base generadora de instrumentos de cuerda para las agrupaciones y ensambles comunitarios del país o para la Orquesta Escuela Carlos Chávez?

Veamos los montos anuales asignados a Laudería en los últimos años: 255 mil 787 pesos (2019), 276 mil 942 pesos (2021), 324 mil 519 pesos (2022) y 206 mil pesos 609 (a octubre de 2022).

Estas cifras son inferiores a las que entregó la administración pasada y delatan un recorte de 50% del presupuesto, lo que confirma que esta institución, que a menudo es presumida como única en América Latina por contar con la licenciatura en Instrumentos de Cuerda, no forma parte de las actividades sustantivas del INBAL ni de la Secretaría de Cultura federal.

Dicho ajuste es evidente si comparamos el presupuesto de cuatro años anteriores, cuando recibió 2.3 mdp: 531 mil 187 en 2015, 727 mil 856 en 2016, 532 mil 012 en 2017 y 571 mil 172 en 2018, pese a lo cual la matrícula se ha mantenido en un promedio de 26 alumnos por periodo.

Otro dato inquietante es que el INBAL paga, de forma adicional, una renta anual de un millón 597 mil 367 pesos (IVA incluido) por las instalaciones de la escuela, ubicadas en Miguel Hidalgo 20, Centro Histórico de Querétaro, según el más reciente contrato, lo que refleja el sinsentido de las autoridades culturales, ya que destinan cinco veces más recursos a la renta del inmueble que a la propia academia.

Además, no existe información oficial sobre la supuesta nueva sede de la Escuela de Laudería que sería edificada en un terreno que donó el gobierno de Querétaro al INBAL en 2012. Tal como escribí en Virutas al aire (Excélsior, 4/02/2022), Teresa Vicencio –entonces titular del INBA y actual secretaria administradora de El Colegio Nacional, institución que alberga a algunos de los intelectuales más renombrados de México, como Javier Garciadiego, Juan Villoro, Enrique Krauze y Leonardo López Luján, entre muchos más– suscribió un convenio con autoridades locales para recibir la donación e iniciar los trabajos de la nueva sede.

Al respecto, el INBAL informó que “después de realizar una búsqueda exhaustiva y razonable en los archivos de la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas (SGEIA), no se localizaron expedientes relacionados con la reubicación y la construcción de la nueva sede de la Escuela de Laudería; así como del destino del terreno de seis mil metros cuadrados”.

Sigo sin entender por qué Lucina Jiménez no ha tomado la iniciativa de llamar a Vicencio para hablar sobre este caso. ¿Hubo donación?, ¿existió el proyecto y presupuesto como se anunció?, ¿fue un fraude o un acto de propaganda? Y ella misma podría preguntarse si vale la pena seguir pagando una renta millonaria cuando el proyecto cultural enfrenta la inanición presupuestal.

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