Escollos

Desde hace 18 meses, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, fundado por Francisco Toledo, está cerrado al público.

El Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), que fundó Francisco Toledo en 1992, acumula 18 meses cerrado al público, inmerso en un conflicto laboral y administrativo que ninguna autoridad local ni federal ha logrado o intentado resolver.

Nacido como un proyecto dedicado a preservar, promover y difundir la plástica oaxaqueña, nacional e internacional, el MACO ocupa la llamada Casa de Cortés. Dicho inmueble, clasificado como monumento histórico, fue edificado a finales del siglo XVII por las familias Lazo de la Vega y Pínelo, cuyo escudo de armas aparece en la fachada.

Por años, el edificio fue utilizado como vivienda y comercio hasta que, en 1986, fue adquirido por el gobierno local para albergar el Museo Histórico Urbano de Oaxaca. Seis años después, y a iniciativa de  Toledo, nació el MACO, que en su mejor momento tuvo 14 salas, seis de las cuales eran destinadas a la colección del museo, que incluye a oaxaqueños como Rufino Tamayo, Francisco Gutiérrez, Rodolfo Nieto, Rodolfo Morales y el propio Toledo.

Sin embargo, en este momento, el recinto se ha convertido en un organismo infectado por los impagos, la falta de presupuesto, posible corrupción e intereses ajenos al mundo del arte, a lo cual se suma la reciente información de que el museo ha comenzado a operar bajo un esquema de citas privadas, pero sólo para visitantes especiales.

Es comprensible que el MACO intente allegarse de recursos, pero no es válido que su directiva lo mantenga cerrado, sin dar a conocer el estado de su colección, y para beneficio de unos cuantos. Esperemos que Salomón Jara, quien tomará las riendas de la entidad el 1º de diciembre, revise la situación del museo y logre sanear sus finanzas, saldar los adeudos y que retorne a la normalidad.

FILIJ EXPRÉS

Hace un par de días llegó el esperado anuncio del programa de la 40 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) —a realizarse del 11 al 20 de noviembre, en Chapultepec—, encabezado por Paco Ignacio Taibo II, titular del Fondo de Cultura Económica (FCE), quien no deja su estilo confrontativo y pintoresco.

Por ejemplo, cuando alguien le cuestionó si en el futuro apoyará a cuentacuentos y talleristas, él no dudó: “Aquí apoyamos a todos los que hemos podido. Yo tenía una bola (de cristal) para estudiar el futuro, pero me fui a jugar boliche y valió madre. No tengo capacidad para saber”.

Pero, más allá de la anécdota, Taibo II planteó algunos datos que podrían ser útiles para los interesados en el mundo del libro infantil y juvenil:

Uno: “Hace cuatro meses tenía dudas de si hacía o no la feria, porque no había solución presupuestal. Han sido ampliaciones y ganancias que ha tenido el FCE, a lo largo de septiembre y octubre, lo que nos dio la liquidez para tomar en nuestras manos la feria”.

Dos: “Una valoración la tienes que hacer con los elementos en la mano. La única que podemos hacer es que se hizo un esfuerzo inmenso para montar, en tres meses, con un presupuesto muy bajo (14 mdp), una feria digna y de alto nivel”.

Tres: “Bajo puerta se abre una nueva discusión sobre los presupuestos del FCE que, en la primera versión (entregada) a la Cámara de Diputados, están reducidos otra vez al mínimo. Al mínimo no real, al mínimo con el cual el FCE no podría existir, pero empieza la conversación y el cabildeo… ¿Qué va a pasar? No sé”.

En conclusión: No hay presupuesto estable para la FILIJ, es un ‘milagro’ su realización y se espera más incertidumbre en 2023. Además, al margen de semejante esfuerzo institucional hecho al vapor, lo único visible es que la feria ya alcanzó su mínima expresión y, con el tiempo, podría derivar en un forito de segunda mano o en un apéndice de la FIL del Zócalo. Ya veremos.

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