La Secretaría de Cultura federal (SC) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que dirigen Alejandra Frausto y Diego Prieto, respectivamente, envían a esta columna una carta con “aclaraciones” sobre la situación que vive el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (Macay), que, desde hace 29 años, ha ocupado el segundo piso del Ateneo Peninsular, aunque hace un mes se le informó a sus autoridades que será reducido a sólo tres salas, como confirmó Rafael Pérez, director del recinto.
El documento —que puede ser leído con ese tono burocrático y aleccionador de quien camina en círculos— está firmado por Anna Goycoolea Artís, titular del INAH Yucatán, y detalla que el Ateneo Peninsular “es un edificio histórico que, tras varias décadas de relativo abandono, y de ocuparse parcialmente para actividades comerciales ajenas a su valor patrimonial, ha sido recuperado por el gobierno federal y destinado al INAH, para ser restaurado y rehabilitado como recinto cultural…”.
Reporta que “se tiene un avance considerable en la restauración general del inmueble histórico… con el beneplácito de gran parte de la sociedad meridana”. Y, a continuación, enlista lo que pretenden albergar en ese espacio de seis mil 532 m2, con el aval del INAH y el gobierno local: un repositorio, un laboratorio y taller de restauración de materiales arqueológicos, una sala de exposiciones del salvamento Tren Maya, otra de sitio sobre el edificio, el Museo de Historia del Pueblo de Yucatán, una ventanilla única del INAH para atender trámites vinculados con la zona de monumentos históricos de Mérida, una tienda-librería y un café restaurante.
La parte más destacada de la misiva dice lo siguiente: “Como es evidente, tanto la restauración del edificio histórico, como su replanteamiento como el gran recinto cultural que está destinado a ser, plantea la necesidad de rehabilitar y reorganizar sus espacios para atender todos y cada uno de los componentes de su programa académico y cultural. Todo ello ha sido analizado y platicado con las autoridades del Macay, particularmente con Elba García Villarreal, directora de la Fundación Cultural Macay, quien para nosotros representa una aliada natural del proyecto. En ningún momento, la SC o el INAH hemos planteado la desaparición del Macay. Las instituciones culturales hemos sido y seremos respetuosas de este tradicional Museo y llegaremos a los mejores acuerdos…”. Hasta aquí el resumen de la carta.
Ayer conversé con Elba García, quien tiene una lectura distinta de los hechos. Si bien coincide en que es necesario restaurar el Ateneo Peninsular, asegura que en ningún momento aceptó que el Macay quede reducido a tres salas, como les notificó Luciano Cedillo, representante del INAH, el pasado 11 de marzo.
Además, revela que sólo ha tenido tres conversaciones con Goycoolea Artís, en las cuales nunca aceptó acotar el museo. La primera fue en agosto de 2023, cuando se refirió que el nuevo proyecto museográfico ocuparía la parte baja del inmueble, mientras el Macay conservaría la planta alta. La segunda, el pasado 2 de octubre, en la que Elba García y Rafael Pérez insistieron en lo mismo, incluso, solicitaron parte de la planta baja, pero no hubo acuerdos. Y la tercera, que se dio antier, en la cual Goycoolea reconoció que se deberán replantear los espacios para que coexistan ambos proyectos, en una reunión que ocurrirá el 16 de abril, aunque eso no implica que aceptarán la reducción del recinto.
Como colofón, Goycoolea Artís —a quien solicité, sin suerte, entrevista en Comunicación del INAH— tendría que atender la exigencia de la comunidad artística (que ha reunido más de 500 firmas), la cual cuestiona algo simple: “¿Por qué el INAH intenta dejar empobrecida una institución que ya existe?”.
