Bellas Artes mancillado

A la fecha, no se ha actualizado el Reglamento para el uso del Teatro del Palacio de Bellas Artes.

Han pasado cuatro laaargos años desde el penoso concierto músico-vocal de El Guardián del espejo en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes (PBA) —que sirvió de antesala para homenajear a Naasón Joaquín García, líder de la iglesia La Luz del Mundo, quien fue condenado por el delito de abuso sexual en 2022— y las autoridades del INBAL no han logrado actualizar el Reglamento para el uso del Teatro del Palacio de Bellas Artes, tal como prometió Lucina Jiménez dentro de su ‘afamada’ reingeniería institucional.

La historia de Naasón y Bellas Artes es conocida. El espacio cultural fue reservado por el senador Rogelio Israel Zamora para un concierto el 15 de mayo de 2019, previo pago de 185 mil 413 pesos. Sin embargo, horas antes del evento, la Asociación de Profesionistas y Empresarios de México anunció en redes sociales que sería un homenaje al autodenominado ‘apóstol de La Luz del Mundo’, por su cumpleaños 50. Supuestamente, las autoridades fueron tomadas por sorpresa y, dado el carácter laico del recinto, intentaron que el programa se ajustara a lo pactado, aunque no todos creyeron aquella historia.

Para resolver la pifia, Lucina informó, en junio de ese mismo año, que se modificaría el Reglamento antes mencionado y lo dijo así: “(los eventos externos) son un recuso legalmente constituido para la procuración de ingresos propios; el asunto no es prohibirlos, sino tener el cuidado y el tino de definir estrictamente (de) qué tipo, quién los puede proponer, qué controles tienen que pasar y de qué manera se pueden prever”.

Seis meses después, la funcionaria insistió en que ya contaba con un Reglamento reformulado y revisado por el jurídico del INBAL, por lo que sólo esperaba el análisis de la Secretaría de Cultura federal, que dirige Alejandra Frausto, y que debía realizarse una conciliación con la Consejería Jurídica de la Presidencia, lo cual no tardaría demasiado.

Entonces, trascendió que se prohibirían, por ejemplo, espectáculos, presentaciones, exposiciones y conciertos con fines proselitistas, políticos y de carácter religioso, de negocios o festejos particulares dentro y fuera del palacio, y se plantearían sanciones al respecto.

La realidad es que el Reglamento no fue actualizado y lo confirma el INBAL a través de la solicitud de información 330018523000338, entregada hace unos días, en la que indicó: “Hacemos de su conocimiento que el Reglamento para el uso del Teatro del Palacio de Bellas Artes (Reglamento) fue publicado el jueves 28 de diciembre de 1944 en la sección primera del Diario Oficial de la Federación (DOF) y, la última modificación, publicada en el DOF, data del 23 de mayo de 1945; por tanto, en el periodo 2019-2023 no se efectuó alguna reforma o modificación al Reglamento”.

En términos llanos, la humanidad superó la pandemia, pero el instituto no pudo ajustar el documento que rige los permisos para el PBA, lo que confirma su desinterés, su desmemoria y su improvisada reingeniería.

Aunado a esto, se reveló que, desde el polémico concierto dedicado a Naasón, no se han autorizado eventos externos ni privados en la Sala Principal del PBA y sólo se han permitido dos en la Sala Manuel M. Ponce. El primero (por un costo de 9 mil 313 pesos), el 30 de junio de 2022, registrado como Ceremonia anual de distinciones a maestros eméritos distinguidos de la Poem A.C., y la entrega de reconocimientos a profesionistas que han contribuido a la cultura (por un monto de 10 mil pesos), a cargo de la Fundación Desarrollo Sustentable y Cambio Climático A.C.

Así que estamos a casi un año del cierre del actual sexenio y la titular del INBAL no sólo olvidó su promesa, sino que ha optado por el silencio, mientras imagina su futuro político y deja un pendiente más para la siguiente administración.

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