Amnesia

Algún día será un lujo escuchar la grabación de un concierto de Javier Camarena Xalapa, 1976 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes PBA. Imagino, por ejemplo, que dentro de un siglo ciertos jóvenes se preguntarán por esta luminaria del bel canto e ...

Algún día será un lujo escuchar la grabación de un concierto de Javier Camarena (Xalapa, 1976) en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes (PBA). Imagino, por ejemplo, que dentro de un siglo ciertos jóvenes se preguntarán por esta luminaria del bel canto e intentarán ubicar su debut antes de triunfar en Europa y Estados Unidos.

Querrán saber detalles de su evolución vocal y por qué fue tan aclamada su interpretación del aria Ah! mes amis, en La hija del regimiento, como sucedió la noche del pasado jueves durante su magistral actuación en el cierre del tour Tiempo de cantar.

Hoy lo tenemos tan cerca que es muy fácil recordar su voz. Sin embargo, valdría la pena preguntar si alguien en Bellas Artes graba y preserva todos los recitales, conciertos y funciones de ópera en los que ha actuado Camarena en el palacio de mármol. Ojalá que sí, porque dentro de varios años todo ese material será invaluable y formará parte de la memoria sonora del Palacio.

No sólo eso. Espero que también se cuente con todas las grabaciones de recitales y óperas donde han desfilado las grandes voces mexicanas como Violeta Dávalos, María Katzarava, Rebeca Olvera, Arturo Chacón-Cruz, Héctor Sandoval, Rolando Villazón, Ramón Vargas, Alfredo Daza, Noé Colín, entre muchos más. Quizá estemos en un error, pero ¿acaso el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), que dirige Lucina Jiménez, cuenta con un verdadero repositorio o programa de rescate sonoro más allá de lo que guarda la Fonoteca Nacional?

Si la respuesta es afirmativa y se han preocupado por esta memoria de México, ¿por qué no han difundido esas grabaciones ampliamente a lo largo de la pandemia?, ya que sólo un puñado de éstas —donde aparecen Camarena, Katzarava, Chacón, Vargas y la Sinfónica Nacional— circularon en la plataforma Contigo en la Distancia. Es más, ¿por qué, si tenemos un registro sonoro tan vasto, no se lleva a discos compactos o se difunde en YouTube y Spotify?

Pero si la respuesta es negativa y no hay tal proceso de preservación, ¿qué esperan funcionarias como Lucina Jiménez y Alejandra Frausto, titular de Cultura federal, para llevarlo a cabo y que en unos años no se hable de que Bellas Artes padece una especie de amnesia o Alzheimer?

Recordemos que entre 2010 y 2017 el INBA impulsó, con lentitud, la serie Memorias Sonoras, una iniciativa de gran éxito que se esfumó con la llegada de la actual administración. Dicha colección compiló algunas de las mejores arias interpretadas en el PBA por figuras de la ópera nacional, como los tenores David Portilla y Alfonso Navarrete, el barítono Roberto Bañuelas, la contralto Belén Amparán y la soprano Guillermina Higareda, e incluyó un disco con el Coro de Madrigalistas. ¿Por qué el INBAL ya no continuó con la iniciativa ni ha reeditado esos materiales?

Esto me hace pensar en doña María de Jesús Granados González, Chuchita, personaje mítico y hoy olvidado por el INBA, quien guardó materiales sonoros insospechados, de 1950 a 1990, entre los que se recuperaron 217 cintas de carrete abierto con grabaciones históricas del PBA.

Ella se jubiló en 2002, falleció al poco tiempo y aquel tesoro se sumó a las 649 grabaciones del Fondo Armando Pous, adquiridas en 2007 por el propio INBA, sin contar el acervo donado hace poco por Manuel Yrízar, del que hablaré en otro momento. ¿Qué diría hoy Chuchita?

En teoría, estas 866 cintas están en proceso de digitalización en la Fonoteca Nacional. Sería interesante que su director, Pável Granados, hablara del avance y por qué en tiempos de confinamiento no las utilizaron para inundar plataformas y redes sociales, una oportunidad más para difundir la cultura que perdieron las autoridades del actual sexenio.

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