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Centroamérica

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

El presidente Andrés Manuel López Obrador realizó visitas de Estado a cinco naciones de Centroamérica: Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba. 

Con los mandatarios de todas las naciones realizó una apretada agenda de trabajo impulsada por el canciller Marcelo Ebrard Casaubon, entre otros temas: acuerdos en materia sanitaria, de comercio, inversión, innovación y sustentabilidad, y programas sociales de bienestar social como el de Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, con el objeto de generar oportunidades de desarrollo económico y social a familias de comunidades que son altamente vulnerables.  

Lo anterior, con la participación del vecino país del norte, pues hace cuatro años, Estados Unidos de Norteamérica se comprometió a invertir 4 mil millones de dólares para el desarrollo de la región centro del continente americano, lo anterior con el propósito, entre otros, de arraigar a la gente en sus lugares de origen e inhibir los flujos migratorios de la gente hacia su país y que necesariamente cruzan por nuestra geografía con los riesgos que esto implica al poner en riesgo su seguridad y su vida, pues las penurias del medio ambiente y las acechanzas de la delincuencia organizada son inevitables; por increíble que parezca, Estados Unidos no ha enviado los recursos económicos acordados, pero eso sí, a Ucrania para ayudarla en la guerra que sostiene con Rusia le ha enviado 30 mil millones de dólares en armamento y equipo pesado de guerra. 

 Y cómo no, al realizar otro de los negocios fabulosos a los que está acostumbrado con el impulso de la industria de la guerra, insumos energéticos de su reserva petrolera que por millones de barriles está enviando, así como grandes barcos repletos de gas licuado; sin duda, Ucrania quedará endeudada de por vida y ojalá no la dividan geográficamente las dos grandes potencias que así históricamente acostumbran hacerlo Rusia y Estados Unidos. 

 Por ello, voltear a Centroamérica es importante, pues pareciera que la inversión realizada no es redituable, debemos recordar que invertir en la gente para que logren ingresos sustentables es la mejor fórmula de convivencia social y de humanismo. 

Los programas de beneficio social que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha impulsado en nuestro país son poco comprendidos por las clases medias altas y sus antagonistas conservadores, así, la atención a las personas adultas mayores, discapacitados, niñas y niños, hijos de madres trabajadoras y ellas mismas; becas Benito Juárez para los estudiantes que se inician y para los de nivel medio superior, Jóvenes Escribiendo el Futuro, tandas para el Bienestar que apoya a micronegocios, Crédito Ganadero a la Palabra y los ya mencionados, Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, todos para ayudar a evitar la cooptación de los jóvenes por parte de las bandas delictivas que los recluta como halcones, vendedores de droga, cobradores de derecho de piso, sicarios y demás figuras escalafonarias del crimen organizado. 

De ahí que el canciller Ebrard, usando los instrumentos de la diplomacia como el multilateralismo, haya pactado con la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) el impulso y promoción de todos estos programas en América Latina; recientemente el canciller Ebrard celebró una reunión bilateral con Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, para seguir impulsando la colaboración entre ambos países, con una agenda compartida en la construcción de un mejor futuro y con ello fortalecer la presencia en la Cumbre de las Américas, próxima a realizarse en la Ciudad de Los Ángeles, para mejorar las oportunidades de todas las personas que habitamos el continente. Debemos apoyar este tipo de iniciativas. ¿O no, estimado lector? 

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