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Se les reventó el barzón

José Elías Romero Apis

José Elías Romero Apis

Una vieja canción mexicana narraba de una coyunda que se trozó, dejando a la yunta sin mando, sin rumbo y sin destino, así como al yuntero con una rienda inútil, siendo esto lo único que le faltaba en su mal hadada vida.

Ello me hace pensar que gobernar bien a un país nórdico como Dinamarca es tan sencillo como sacar a un perro de una milpa, pero gobernar bien a un país tropical como México es tan difícil como sacar a un buey de la barranca. En medio de ello está gobernar bien a un país sajón como Estados Unidos, que es como montar a un caballo entrenado. No es tan fácil como lo del perro, pero no es tan difícil como lo del buey.

El amable lector disculpará que utilice símiles zoológicos. Me cobijo en que fue Aristóteles quien nos enseñó a comparar la política con la Zoología, al referirse al zoon politikon.

Entre los muchos temas que hoy me resultan inexplicables están la militarización de la seguridad pública durante tres sexenios, los traspiés de Ayotzinapa durante ocho años o el reciente hackeo a la Sedena.

No puedo entender que tres gobiernos realmente crean que las Fuerzas Armadas pueden evitar asesinatos y violaciones. No puedo entender que dos gobiernos se enreden en sus propias investigaciones criminales. Y no puedo entender que se penetre la seguridad de una institución de seguridad. No vaya a ser que no podamos sacar al perro de la milpa, ya no digamos al buey de la barranca.

Como botón de muestra, pienso en las recientes manifestaciones callejeras. Ellas me han llevado a la conclusión de que el problema real es de gobernabilidad, no de vialidad. Es de política, no de policía. Es de bloqueo de poder, no de bloqueo de calles. Es de hombres de Estado, no de agentes de tránsito. Pareciera una vil provocación a la más alta autoridad política y un mero tanteo para medir la firmeza de un gobierno.

En muchas ocasiones, el triunfo de la autoridad se paga con cargo a la libertad, así como en muchas otras la victoria de la libertad se paga con cargo a la autoridad.

Las dos peores derrotas a las que puede enfrentarse un sistema político contemporáneo son el no haber entronizado la plena potestad de su autoridad, al mismo tiempo que no haber conquistado el adecuado uso de su libertad. Que no sepamos hasta dónde llega nuestra autoridad y tampoco conozcamos cuánto mide nuestra libertad.

Luis Muñoz Marín decía que, a diferencia de los sajones, los pueblos latinos tenemos dificultades temperamentales para equilibrar autoridad y libertad. Por eso, hemos vivido largas épocas de mucha autoridad y poca libertad, así como otras de mucha libertad y poca autoridad.

Por eso, a muchos nos atormenta una incógnita. ¿La autoridad proviene del orden o el orden proviene de la autoridad?

Creo que lo primero es el pensamiento de casi todos los pueblos occidentales modernos. Estados Unidos, Canadá y casi toda Europa han instalado su autoridad a partir de la previa presencia del orden, así como en Italia y en América Latina hay poca autoridad porque hay poco orden.

Los Estados Unidos son el mejor modelo de un gobierno muy poderoso y una libertad muy amplia. Italia ha aprendido a vivir casi sin gobierno y México parece que lleva 25 años en ese mismo camino hacia una muy singular anarquía estable. Hoy, Italia ya es muy rica y muy libre. Pero le costó mucho tiempo de desaliento, de pobreza, de emigración, de criminalidad, de corrupción y de ingobernabilidad, así como le está costando a México.

Por el contrario, lo segundo es el pensamiento de casi todos los pueblos orientales contemporáneos. Desde Rusia hasta Japón, pasando por China, India y los países árabes, piensan que sólo con una recia autoridad se puede instalar un orden confiable y duradero.

A Japón y a China les ha funcionado bien. A Rusia y a muchas naciones nada les ha funcionado. Ni el comunismo ni el capitalismo. Ni la libertad ni la dictadura. Ni la paz ni la guerra.

Y todo esto, ¿será pura filosofía política o algo tendrá que ver con nuestras realidades cotidianas? ¿Será para que nosotros escribamos libros o para que los gobernantes escriban destinos? ¿Será que se nos reventará el barzón y seguirá la yunta andando?

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