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Sin policías no hay seguridad

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

La semana pasada, cuando se reunió el presidente López Obrador con los 16 gobernadores electos y en funciones de Morena, se habló de concentrar tareas de seguridad en 50 municipios de alto riesgo en esos estados.

Más allá de la reasignación de recursos humanos y materiales que haga la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina en ellos, es evidente que sin una estrategia y un verdadero esfuerzo político del gobierno federal, de los gobernadores y presidentes municipales, todo terminará siendo insuficiente. Es evidente que las autoridades locales solas no pueden con el fenómeno, pero sin que ellas garanticen por lo menos la seguridad cotidiana tampoco se podrá avanzar.

Las cifras oficiales permiten también interpretar lo que está sucediendo en el ámbito de la seguridad. De esos 50 municipios, 31 (en realidad 32, porque a ellos se sumó un alcalde electo como independiente) son gobernados por Morena. Muchos de ellos no tienen o tienen policías locales simplemente inoperantes. Y en la mayoría de los casos tampoco existen policías estatales que cumplan mínimamente con su labor. Eso se replica también en la percepción ciudadana. La encuesta del Inegi sobre percepción que se divulgó ayer lo exhibe con claridad.

Según la encuesta del Inegi, el 66% de la población mayor de 18 años se siente insegura en sus ciudades. Las ciudades más inseguras, según sus pobladores, son Fresnillo, Zacatecas, donde el 96.2% de sus pobladores se sienten inseguros. Este fin de semana, en Zacatecas hubo más de 30 muertes entre enfrentamientos, ejecuciones y embocadas entre grupos criminales, del Cártel Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa. También murieron policías que intentaron intervenir. En un mes y medio hay cambio de autoridades locales en Zacatecas, asume David Monreal, hermano del senador Ricardo Monreal, en un escenario de seguridad simplemente catastrófico.

La segunda ciudad donde la gente se siente más insegura es nada menos que Cancún, Quintana Roo, donde el 88.7% se siente inseguro. Durante años, esa ciudad tuvo índices de seguridad bastante aceptables, pero la lucha que se abrió desde el inicio de la actual administración local entre distintos cárteles de la droga, aunado a todo otro tipo de actividades delictivas, dejaron a Cancún en una situación crítica. Esa percepción de inseguridad no tardará en trasmitirse a los turistas y, de esa forma, se terminará de arruinar (gracias al también incontenible sargazo) el principal destino turístico del país. Resulta incomprensible que Cancún y toda esa zona turística no tenga una seguridad acorde a las exigencias de la región y de los ingresos que proporciona al estado y al país. La tercera ciudad es el municipio conurbado de Ecatepec, en el Estado de México, con el 87.7 por ciento. Allí se concentra uno de los cinturones de pobreza más importantes del país y los núcleos delincuenciales se extienden a muchas zonas.

Luego sigue Coatzacoalcos, en Veracruz, con el 86.9 por ciento. Otra ciudad petrolera, que alguna vez fue rica, azotada por la crisis del sector, pero sobre todo por la enorme inoperancia de las autoridades municipales y estatales.

Las ciudades con una percepción de mayor seguridad también dicen mucho: las encabeza San Pedro Garza García, en Nuevo León, con 7.1 por ciento. Desde hace años ese municipio tiene policías municipales eficientes, lo mismo que el estado, después de la crisis sufrida años atrás y que generó la creación de la Fuerza Civil, la policía estatal homologada que han tenido desde entonces, fruto de la decisión de autoridades, pero sobre todo de empresarios y ciudadanía para crearla y, lo más importante, mantenerla.

La segunda ciudad, que tuvo un movimiento ciudadano similar, es Tampico, en Tamaulipas, con 24.7 por ciento. Una demostración de que pueden aislarse con esfuerzos locales enclaves en estados afectados por altos índices de seguridad. Hace algunos años, Tampico estaba viviendo una grave crisis de seguridad: estrategias específicas, incluyendo la creación de su policía, fue decisivo para revertirlo.

En Los Cabos, BCS, sólo el 25.4% se siente inseguro. Hubo un pico de inseguridad hace dos años, rápidamente controlado, y allí tenemos un poco la antítesis de lo que sucede hoy en Cancún.

Mérida, en Yucatán, tiene un índice de inseguridad de 26.3 por ciento. No es un secreto que esa ciudad y ese estado tienen, desde hace años, de las mejores policías locales del país. Han cambiado las administraciones y los criterios de seguridad se han mantenido.

Es notable que entre las ciudades más seguras esté Piedras Negras, en Coahuila, con el 28.8 por ciento. Esa ciudad, y toda su zona aledaña, fue objeto de las mayores agresiones de Los Zetas durante años, allí cerca fue la masacre de Allende. El gobierno estatal tomó la decisión de romper con ese ciclo y con apoyo federal abatió completamente los índices de inseguridad. La policía de Coahuila, junto con la de Yucatán y Nuevo León, son hoy las tres únicas realmente eficientes (a nivel de toda la entidad) que tiene el país.

En esto no hay secretos ni nadie descubre el hilo negro. Se requiere una estrategia solvente, golpear a los grupos criminales, contar con fuerzas federales, pero también con fuertes y homologadas policías locales que tengan control y respaldo político en los tres niveles de gobierno.

 

 

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