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México-EU: de rusos y seguridad

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones


 

Este jueves, tendremos una nueva reunión de funcionarios de seguridad de México y Estados Unidos, según confirmó ayer el presidente López Obrador. La agenda bilateral en ese tema es amplísima, pero en buena medida pasa hoy por el tráfico de fentanilo y otras drogas, la migración y cada vez más por el alineamiento internacional de México, visto desde Estados Unidos cada día con mayor desconfianza.

La reunión del jueves nos encuentra en un contexto sumamente delicado. Por una parte, el hackeo a los servidores de la Defensa, supuestamente realizado por el grupo Guacamaya, que ha puesto al descubierto un enorme caudal de información de la institución armada y que aún, desde ningún ámbito, se ha terminado de explicar cómo sucedió y por qué vías, lo que alimenta todo tipo de sospechas.

Entre esa información hay mucha, incluso de operativos, sobre la relación del Ejército mexicano con el ejército e instituciones de seguridad estadunidenses. La relación de los ejércitos de México y Estados Unidos generalmente ha sido más estrecha que con otras instituciones de seguridad, como lo muestran, incluso, alguno de los correos develados esta semana. Lo cierto es que, aunque ese robo de información ha sido minimizado públicamente no deja de ser una exhibición de debilidad que, entremezclado con las sospechas del origen de ese hackeo, hará más compleja la reunión del jueves.

La reunión coincidirá con la sesión en la Cámara de Diputados donde se tendrá que votar la enmienda realizada en el Senado de la República a la reforma constitucional para permitir la presencia militar en tareas de seguridad pública hasta el 2028. No tendría que haber problemas para su aprobación, pero resucitará la controversia que se dio en muy malos términos desde que esa iniciativa fue presentada en septiembre. Y eso se da también en el contexto de otra controversia muy delicada: la que generó el informe de Ayotzinapa del subsecretario Alejandro Encinas, la renuncia del fiscal especial Omar Gómez Trejo, y el informe del Grupo Interdisciplinario, sazonado de filtraciones desde la propia fiscalía especial, con acusaciones gravísimas que no están sustentadas en pruebas. Lo cierto es que la mezcla del hackeo, el debate sobre la reforma, y las filtraciones y acusaciones de la Fiscalía dejan en una situación de debilidad al gobierno a la hora de negociar.

Pero el alineamiento internacional de México hace esto mucho más preocupante. El presidente López Obrador sigue pensando que estamos en los años 70 y que lo que vivimos es la reedición de la pasada Guerra Fría. Piensa en esos términos y esa lógica, así toma decisiones y no entiende que vivimos en otro mundo y otra realidad. No somos naturalmente “neutrales”, como dice el Presidente, porque esa neutralidad sólo se exhibe cuando conviene. Somos neutrales cuando Rusia invade a Ucrania, cuando en Cuba, Nicaragua o Venezuela se violan los derechos humanos; cuando se dice que mandar armas a los países donde “hay conflicto socava la paz” (así se refiere al envío de armas a Ucrania por las democracias occidentales para defenderse de la invasión rusa), tratamos la invasión como un “conflicto interno”, pero no tenemos problema en intervenir en los comicios de Bolivia, de opinar sobre procesos penales de la vicepresidenta Cristina Fernández en Argentina, de mandar asesores a Perú o de felicitar a Lula en Brasil, aunque todavía no se realice la segunda vuelta electoral en ese país. Eso sí, felicitar a Biden cuando era claro que había ganado las elecciones nos costó dos meses “porque no intervenimos en asuntos internos”.

El convenio de colaboración espacial con Rusia divulgado esta semana y que fue ratificado por Vladimir Putin, sostienen en la Cancillería que se firmó hace un año, antes de la invasión. Pero lo cierto es que hasta que se divulgó en Rusia aquí había pasado desapercibido, y hace un año ya había una abierta confrontación entre Estados Unidos y la Unión Europea con Rusia (y con China) por la ciberseguridad y el desarrollo espacial, en medio de la evidente guerra comercial existente desde entonces.

La Cancillería argumenta que existen muchos convenios similares con distintos países y que no está contemplada la instalación del sistema Glonass (una suerte de GPS de origen ruso), que puede ser utilizado, dicen los especialistas, en tareas de geolocalización con fines militares y, evidentemente, también en espionaje. Cuando se habla en el convenio de utilizar “sistemas ópticos de prevención de situaciones peligrosas espaciales en México”, eso, dicen los especialistas consultados, es precisamente el sistema Glonass.

El hecho cierto es que ese convenio no está aún ratificado por el Senado. Pero sería absurdo pensar que a Estados Unidos el que su vecino y socio comercial esté en estos juegos peligrosos y coqueteos con Rusia, no le hiciera la menor gracia, pues una de sus mayores preocupaciones de seguridad nacional y ciberseguridad pasa por la intervención y los hackeos de rusos y chinos contra sus sistemas, que en el pasado han incluido hasta la intervención en procesos electorales como el que llevó a la presidencia a Trump, y que ha propuesto a nuestro país la creación de un área regional de ciberseguridad que cubra México, EU y Canadá; que se ha desligado de Rusia y China en la carrera espacial y quiere dejar de depender regionalmente de la producción de semiconductores asiáticos para hacerlos en América del Norte.

 

 

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