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El embajador y la seguridad

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

En el gobierno federal provocaron escozor, por decir lo menos, las declaraciones del exembajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, en una conferencia con diplomáticos en Washington. Landau, que acaba de dejar la delegación diplomática en México, donde fue considerado como un buen representante de su país, que estableció fuertes relaciones con muchos sectores, dijo que el gobierno de López Obrador, para no caer en una suerte de Vietnam interior por la lucha contra el narcotráfico, había adoptado una política de dejar hacer, dejar pasar, de pasividad ante los grupos criminales que, a la larga, era costosa para México y para Estados Unidos.

Opinó, como ya lo había hecho el jefe del Comando Norte del Departamento de Defensa, que, ante esa política, entre un 35 y un 40% del territorio nacional está controlado por el crimen organizado.

Dijo estar asombrado de que se dejara en libertad a Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo, en el célebre culiacanazo, para evitar, supuestamente, un derramamiento de sangre. Los narcotraficantes, dijo, superaron en número y armas a las fuerzas militares. Dijo que era increíble que frente al atentado en plena Ciudad de México contra el secretario de Seguridad capitalino, Omar García Harfuch, no hubiera habido reacción alguna.

Sostuvo que se arrepentía de no haber insistido ante el entonces fiscal de Estados Unidos, William Barr, para que no se detuviera al exsecretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, y dijo que esa fue una decisión tomada por un grupo de agentes del Departamento de Justicia, sin participación de otras agencias de su país. También sostuvo que la administración Trump llegó al acuerdo de no intervenir ni opinar sobre otros “miles de temas” de la relación bilateral mientras el gobierno de López Obrador apoyara al de Trump en el tema migratorio, que era de máxima prioridad para la Casa Blanca.

El presidente López Obrador contestó, en forma muy poco diplomática, asumiendo que viene de un jefe de Estado, que eran enfoques diferentes, que en México no se cometían “masacres” como en Estados Unidos. Las masacres las siguen cometiendo, y con impunidad, los propios criminales.

El hecho es que el exembajador tiene, en muy buena medida, razón. La estrategia de seguridad no funciona, no atempera siquiera el número de víctimas. Los asesinatos siguen siendo más de 30 mil al año. Hay zonas del país controladas por el crimen organizado: lo que está sucediendo en Aguililla es una demostración evidente de ello. Pero lo mismo ocurre en muchas otras regiones, sobre todo con el CJNG y el de Sinaloa. No se trata de masacrar a nadie, pero sí de tener firmeza y responder con la acción de la justicia. La estrategia de laissez faire, como dijo el embajador, lo único que ha logrado es empoderar a los grupos criminales que, cuando el Estado quiere actuar contra sus intereses, no dudan, como ocurrió en Culiacán con Ovidio, en tomar la ciudad, liberar a los presos de la cárcel y desafiar directamente a las autoridades, con un agravante: ése fue el resultado de la detención porque no se trasladó a tiempo —por dudas del gabinete de seguridad y del propio Presidente— a Ovidio al aeropuerto, allí lo esperaban un avión y agentes para ser extraditado a Estados Unidos. Fue la duda operativa de las autoridades civiles la que les dio tiempo a los criminales para tomar la ciudad.

La más que tímida respuesta al atentado a García Harfuch es, como dijo el embajador, increíble. Estamos hablando de un gran atentado, con decenas de involucrados contra el principal mando policial de la capital del país, que se quedó sin más reacción que la que realizó la propia SSPC de la ciudad, deteniendo a varios de los implicados. Pero esa acción al CJNG realmente no le terminó costando casi nada.

La declaración del embajador sobre la detención del general Cienfuegos también confirma lo que aquí dijimos: no era una acción concertada de las agencias de seguridad, era parte de una trama del Departamento de Justicia de la era Trump, que soñaba con el macroproceso contra México, sin contemplar las consecuencias de sus acciones.

Es interesante, también, la observación de Landau sobre las empresas de telecomunicaciones y la compra de tecnología 5G a China. Confirma, entre otras cosas, que Estados Unidos está muy atento a estos temas, y que la relación que establezca México —un país que se considera como parte de la agenda interna de la Unión Americana— con países como China y Rusia son considerados temas de seguridad nacional, como en su momento también lo señaló el jefe del Comando Norte, el general VanHerck. Con un agregado, si con Trump, como dice Landau, todos los demás temas de la agenda quedaron relegados mientras la administración López Obrador garantizara sus intereses en migración, con el gobierno de Biden no será así: el interés de la nueva administración trasciende en muchos capítulos a la migración, y la seguridad es uno de los más importantes: la política de dejar hacer, dejar pasar ya no será viable, y muchos destacados miembros de la actual administración, sobre todo en ámbitos de seguridad y el militar, así lo entienden.

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