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El Día Cero puede ser tan lejano como prontas resulten nuestras acciones

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

El Día Cero es el término fijado para referirse al momento en que una ciudad o país se quedará sin agua suficiente para abastecer las necesidades mínimas de sus habitantes, por lo que el vital líquido tendría que ser racionado, generando, con ello, serías consecuencias en la calidad de vida de las personas y en los aspectos social, económico y de salud en el territorio en cuestión.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para 2050, al menos una de cada cuatro personas vivirá en un país afectado por escasez crónica o recurrente de agua potable y México está cada vez más cerca de llegar a ese momento. Por otro lado, de acuerdo con la UNAM, entre 12.5 y 15 millones de habitantes no tienen acceso al agua potable en nuestro país y, entre quienes sí acceden, casi un 30% no cuenta con la cantidad ni la calidad suficiente.

Particularmente, la Ciudad de México, al ser la metrópoli más concurrida y habitada de nuestro país, es una de las que más se encuentran en riesgo y, para muestra, un botón: todos conocemos el añejo y grave problema que resulta el acceso al agua potable en territorios capitalinos como Iztapalapa, por ejemplo.

Es evidente que la capital del país atraviesa por una emergencia de desabasto y, por muy diversas que sean las razones, es imperante tomar cartas en el asunto desde todas las formas y vertientes posibles.

En este contexto, hace unos días publiqué en redes sociales información sobre la propuesta que presenté ante el Congreso de la Ciudad de México en el marco del Día Mundial del Agua, la cual consiste en reformar la Ley del Derecho al Acceso, Disposición y Saneamiento del Agua, para instalar sistemas para la captación y reutilización de aguas pluviales en todas las construcciones y edificaciones públicas y privadas de la capital, en un plazo que va de tres hasta cinco años.

Recibí diversos comentarios, pero hubo uno que llamó mi atención de forma particular, pues da la pauta perfecta para explicar por qué la necesidad de estos sistemas. El usuario, cuyo nombre prefiero omitir, me llamó ignorante por promover esta alternativa que, desde su opinión, es poco funcional, pues ese tipo de sistemas “quedan en el abandono” y resultan costosos en el proceso de hacer del agua pluvial agua potable.

Lo primero que debo decir es que la propuesta no implica necesariamente potabilizarla, sino captarla, almacenarla y utilizarla para otros fines, que son bastantes y que no requieren agua potable en hogares, oficinas e industria.

En segundo lugar, quiero decirles que, históricamente, la Ciudad de México ha sufrido grandes inundaciones, pero las acciones para resolverlas se han centrado, principalmente, en expulsar el agua de lluvia fuera de la cuenca del Valle de México sin tener la intención de recuperarla o asegurarse de que, al menos parte de ella, se filtre al subsuelo para recargar los acuíferos.

Por su parte, la importación de agua desde otras partes del país presenta algunas contrariedades, como el hecho de que cerca del 40% de ésta se pierda en fugas. Estas estrategias, centradas en el abastecimiento de agua potable a la ciudad, han llevado a inversiones muy elevadas en infraestructura que, además, no han satisfecho las necesidades de la población.

Así que los sistemas de captación de agua pluvial para distintos usos resultan tan viables como cualquier otro esfuerzo o alternativa para aprovechar al máximo el vital líquido. Es verdad que estos procesos conllevan un costo económico adicional, pero yo me pregunto, ¿no es más costoso sentarnos a esperar con los brazos cruzados viendo cómo nos alcanza el Día Cero que, cabe mencionar, de acuerdo con la ONU, para la Ciudad de México podría ser en el año 2028?

Hoy en día existen poblaciones enteras que no tienen acceso al suministro de agua potable y, de seguir así, el problema alcanzará al país entero. Invertir más en sistemas de captación de agua, a efecto de contribuir a despresurizar el estrés hídrico en el que vivimos y, así, poder garantizar el derecho humano al agua, es totalmente viable y nuestra ciudad lo necesita urgentemente. El Día Cero puede ser tan lejano como prontas resulten nuestras acciones, todo depende de qué tan serias y oportunas lo sean.

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