Trump 2.0

Comparado con el resultado de 2020, Trump ganó terreno en todas las entidades del país, salvo Utah y Washington. Según los resultados de las encuestas de salida de Edison Research, reportados por el Financial Times.

Hace cuatro años, cuando Joe Biden derrotó al presidente Donald Trump en su intento por ser reelecto, escribí en este mismo espacio que la derrota del candidato republicano dejaba una gran lección para muchas democracias: “Que la demagogia o los así llamados nuevos populismos pueden ser derrotados en las urnas”.

Unas semanas después, en enero de 2021, cuando Trump alentó una insurrección en el Capitolio con tal de no aceptar su clara derrota en las urnas, propios y extraños confirmamos el peligro que éste representaba para una democracia que se presumía consolidada como la estadunidense.

Con el segundo triunfo de Trump, ahora sobre la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, las señales son acaso más preocupantes. Si la victoria de 2016 podía considerarse una falla ocasional del Colegio Electoral de Estados Unidos —una regla electoral que induce sesgos peculiares que permiten ganar la Presidencia a pesar de perder el voto popular—, el triunfo de esta semana es mucho más contundente: los resultados preliminares muestran una ventaja de 51% vs. 47.6%, una ventaja de más de 4.5 millones de votos y una participación electoral similar a la de 2020.

Comparado con el resultado de 2020, Trump ganó terreno en todas las entidades del país, salvo Utah y Washington. Según los resultados de las encuestas de salida de Edison Research, reportados por el Financial Times, Trump consiguió más votos —o acortó la brecha con respecto a los demócratas— en todos los segmentos demográficos, salvo la población de 65 años o más y las mujeres con escolaridad universitaria. De manera por demás notable, Trump aumentó su fuerza electoral entre los jóvenes, el electorado que se considera independiente y la población latina. Un resultado por demás preocupante para el Partido Demócrata es que Harris sólo mantuvo cierta ventaja entre personas con estudios universitarios y aquellos con ingresos mayores a 100 mil dólares al año.

Entre el electorado que votó por Trump, los temas prioritarios fueron los inmigrantes y la situación económica, mientras que entre el electorado de Harris los temas prioritarios fueron la democracia y los derechos reproductivos. Según la encuesta AP VoteCast, levantada pocos días antes de la jornada electoral entre más de 120 mil personas, para 64% de los votantes de Kamala Harris “el futuro de la democracia” era el factor más importante de la elección. Por otro lado, entre los votantes de Trump, esta proporción era de sólo 36 por ciento. En contraste, para el 51% de los votantes republicanos, la inflación era el factor más importante de la elección.

Los cambios en la composición del electorado de cada una de las dos candidaturas representan un serio reto para los partidos políticos. Tan sólo diez años atrás había quien pensaba que las tendencias demográficas —según las cuales la población blanca cada vez tiene menor peso relativo— favorecerían ineludiblemente al Partido Demócrata y dañarían ineludiblemente al Republicano. En 2008, cuando Barack Obama ganó la Presidencia, hubo quien celebraba que, finalmente, el electorado norteamericano parecía alejarse de los clivajes étnicos. Por desgracia, los resultados de esta semana hacen ver al Partido Demócrata como uno de élites y al Republicano como uno más cercano a las masas.

La composición del próximo gobierno estadunidense representa otra señal de alerta. Todo parece indicar que Trump contará con gobierno unificado: una mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Además, debe considerarse que una mayoría de ministros de la Suprema Corte ya son favorables a los republicanos y que Trump podrá designar a nuevos ministros. Esto quiere decir que Trump llegará a su segundo mandato con más experiencia que antes, menos contrapesos y una Corte mucho más favorable que en su primer mandato.

Es posible que los errores de Biden y lo precipitado de la campaña de Harris les hayan costado muy caros. A pesar de ello, no deja de sorprender que el tono de la campaña de Trump, con mensajes abiertamente autoritarios, xenófobos, intolerantes y misóginos, haya ganado tanto terreno entre el electorado. ¿Qué hará un Trump sin contrapesos con ese mandato?

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