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Paquete económico 2019

Javier Aparicio

Javier Aparicio

La Ley de Ingresos debe ser aprobada por mayoría simple de ambas Cámaras, mientras que el Presupuesto de Egresos sólo requiere ser aprobado por una mayoría simple de la Cámara de Diputados. El proceso presupuestal en el Congreso normalmente concluye el 15 de noviembre del año previo a cada ejercicio, sin embargo, al tratarse del primer año de una nueva administración, el plazo para que el Ejecutivo envíe el paquete económico al Congreso se recorre hasta el 15 de diciembre y este debe ser aprobado a más tardar el 31 de diciembre.

Dada la mayoría de Morena en ambas Cámaras, el escenario más probable es que tanto la Ley de Ingresos como el Presupuesto de Egresos sean aprobados con cambios mínimos, sin embargo, la experiencia de los últimos 20 años sugiere que antes de llegar a la votación del pleno, muchas partidas presupuestales son modificadas al alza y otras a la baja.

Las variables clave para estimar los ingresos fiscales son la tasa de crecimiento económico del PIB, estimada entre 1.5 y 2.5 puntos porcentuales; la tasa de inflación anual, estimada en 3.4%; el precio promedio del petróleo, estimado en 55 dólares por barril, y el promedio del tipo de cambio del dólar, estimado en 20 pesos por dólar. De manera natural, estas variables afectan el presupuesto disponible junto con otra variable clave: el nivel de déficit o superávit de los gastos sobre los ingresos. Por ello, es justo decir que tanto los ingresos como los egresos son estimaciones.

En el proceso legislativo presupuestal, todos pueden actuar estratégicamente. A veces, los legisladores han decidido aumentar el precio esperado del petróleo y con ello, casi por arte de magia, aumentar los ingresos esperados. En otras ocasiones, el propio paquete económico del Ejecutivo subestima los ingresos esperados para así contar con ingresos extraordinarios que pueden ejercerse de manera discrecional más allá de lo presupuestado. Otras veces, el proyecto de presupuesto disminuye algunas partidas con la expectativa de ajustarlas durante las negociaciones en el Congreso.

Y en muchas otras ocasiones —tantas que al parecer ha sido la regla más que la excepción—, la Secretaría de Hacienda acaba transfiriendo recursos entre unas partidas y otras con gran discrecionalidad. Si el Presidente espera contar con mayor discrecionalidad que los gobiernos anteriores, quizás pueda estar menos preocupado por las modificaciones que realice la Cámara. Por otro lado, si la Cámara asume con mayor seriedad sus responsabilidades, tanto en el presupuesto como en la cuenta pública, el gobierno federal podría tener menos discrecionalidad.

Ayer, la Cámara de Diputados aprobó la Ley de Ingresos para 2019 con 307 votos a favor y 152 en contra. La Ley aprobada consideró ingresos adicionales de 23.7 miles de millones de pesos a la propuesta inicial del Ejecutivo.

De modo que, más allá de lo aprobado por el Congreso, si los ingresos realizados durante 2019 son mayores a los esperados, el gobierno tendrá cierta holgura para gastar más. Por otro lado, si el crecimiento económico, los ingresos o la renta petrolera resultan menores a lo esperado, habrá dos consecuencias posibles: o habrá un recorte presupuestal a lo largo del año, o bien aumentará el déficit presupuestal.

En cuanto al Presupuesto de Egresos, el proyecto de presupuesto busca destinar más de 250 mil millones de pesos para programas estratégicos. Para lograr esto, se proponen reducciones importantes en los sueldos y prestaciones de los servidores públicos —lo cual implica, por cierto, reducción de plazas en diferentes dependencias—, un ajuste a los fondos y fideicomisos vinculados al Ramo 23, así como ajustes en diversos programas sociales. Para bien o para mal, y más allá de su deseabilidad o impacto social, los beneficiarios de todos estos rubros ejercerán presión ya sea con el Ejecutivo o en el Congreso mismo para no ser afectados. Aunque el gobierno cuente con una mayoría holgada en la Cámara, la negociación del Presupuesto de Egresos 2019 pondrá a prueba diversos contrapesos del mundo real en nuestro país.

 

Académico del CIDE

javier.aparicio@cide.edu

 

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