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Los sesenta: historia vs. memoria

Javier Aparicio

Javier Aparicio

En México, la mayoría de las reflexiones sobre el 68 publicadas en fechas recientes proviene de protagonistas y testigos de aquellas épocas. Valiosas como son, quizás sea justo dar más espacio a lo que los historiadores tienen que decir de este periodo. A la década de los sesenta, y al año de 1968 en particular, le han llamado la “primera rebelión global”, el “movimiento de movimientos”, un periodo en el que se conjuntaron protestas políticas, movimientos sociales, manifestaciones culturales e ideológicas en diversas regiones del llamado primer, segundo y, por supuesto, el tercer mundo: el mayo del 68, en París, la primavera de Praga, las protestas contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, o los movimientos estudiantiles en Argentina, Brasil, México, Polonia o Alemania, entre muchos otros países.

En muchos casos, la reconstrucción historiográfica de coyunturas críticas como estas —en las que el Estado arremete contra la sociedad— corren en paralelo con sendos procesos de reconstrucción de la verdad, exigencias de justicia, rendición de cuentas, paz o reconciliación. Al mismo tiempo, hay quienes argumentan que cualquier ejercicio de recuperación de la memoria histórica es, necesariamente, un ejercicio político.

Según Eric Zolov, historiador y profesor de la Universidad de Nueva York, en Stony Brook, los años sesenta en América Latina estuvieron enmarcados por, al menos, cinco temas transversales. Primero, resulta imposible entender la década de los sesenta sin tomar en cuenta la guerra fría y el “expansionismo geopolítico” de los proyectos ideológicos de las potencias capitalistas y socialistas.

En segundo lugar, por la complejidad misma de la batalla ideológica de la “izquierda consigo misma”: la postura de unos y otros frente al proyecto socialista de la Unión Soviética y China, la vía armada, estilo Cuba, o la vía electoral, como la chilena. Un tercer tema, escribe Zolov, son los movimientos de “liberación nacional” que dieron pie al surgimiento de los así llamados países “no alineados”, parte del tercer mundo por así decirlo, como reacción a las otrora potencias coloniales.

Un cuarto aspecto por considerar es la llamada “contracultura global”: el surgimiento de una especie de “lenguaje internacional del disenso” vinculado a las artes gráficas, la música o el cine. Ineludiblemente, este proceso de cambio cultural estaría entremezclado con los debates ideológicos mencionados antes. Un quinto tema, de particular relevancia en países de África y América Latina, es el impacto de la teología de la liberación y la descentralización de diversas prácticas religiosas. En varias regiones, las teorías revolucionarias marxistas se entrecruzaban con la jerarquía de la iglesia católica.

Otros autores han enfatizado el papel de la así llamada segunda ola del feminismo durante esa década, misma que enfatizaba las desigualdades de género en las familias o el ámbito laboral, los derechos reproductivos y otras desigualdades de jure o de facto. Por último, otros autores han analizado otras ramificaciones más. Por ejemplo, en la medida en que los movimientos y protestas de los sesenta provenían desde la izquierda, inducirían una reacción contraria en movimientos de derecha que de una u otra manera se canalizarían hacia la competencia electoral o partidista.

Todo lo dicho hasta aquí aplica de manera análoga para poner en contexto y comprender otras coyunturas críticas de la vida de nuestro país. Las consecuencias del sismo de 1985, las elecciones presidenciales de 1988 o el año 2000, son tan sólo algunos de los referentes más inmediatos que se han vinculado con el 68. ¿Lo serán? A menudo, algunas voces de la generación del 68 reprochan a los más jóvenes el que ellos no hayan logrado o sacrificado lo mismo que aquellos. Me parece un reclamo injusto. El estado de las cosas no es fruto de los jóvenes, sino de los viejos. Visto en retrospectiva: ¿quién debería reclamar a quién? Escribir la historia toma su tiempo.

 

Profesor-investigador del CIDE

javier.aparicio@cide.edu

 

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