Logo de Excélsior                                                        

Leyes de la física y de la economía son inevitables

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

El día de hoy voy a tratar de explicar por qué la decisión de cancelar el NAIM provocó reacciones fuertes de empresarios, mercados financieros y otros participantes. Es hasta cierto punto normal. Era un absurdo pensar lo contrario.

Hace dos semanas escribí sobre los posibles problemas de diseño de la consulta. La semana pasada escribí que el aeropuerto no fue parte de las razones por las que López Obrador ganó la Presidencia (corrupción, privilegios e inseguridad).

El día de hoy me voy a concentrar en justificar por qué eran esperados los efectos de esta mala decisión. Como marco de referencia voy a utilizar uno muy sencillo: la tercera Ley de Newton. De manera simple dice que cuando se aplica una fuerza sobre un objeto, éste ejerce una de igual magnitud e intensidad, pero en sentido contrario. Es decir, ante el ejercicio de una fuerza hay una reacción.

La decisión de cancelar la construcción del aeropuerto fue radical y con un débil fundamento por lo poco representativo y las irregularidades de la consulta. Lo esperado de acuerdo con Newton era una reacción contraria con igual fuerza en sentido contrario.

El primer comentario es que sorprende la falta de entendimiento de leyes básicas de alguna gente de la transición. Afirmaron en días previos que no pasaría nada y la realidad fue distinta a lo esperado.

Se dio el mensaje claro a los constructores y a los tenedores de la deuda del aeropuerto que no sufrirían pérdidas. Se honrarían los contratos. Parecía que con eso era suficiente para resolver.

A pesar de comunicar lo relativo a contratos, la decisión provocó polémica en la que fue claro que la gran mayoría lo vio como un error porque se preveían consecuencias malas para todos. La señal que se dio a los ciudadanos, empresarios, inversionistas extranjeros y mercados fue pésima.

Dos ejemplos de la mala señal que se dio. Hay que destruir para volver a construir. México no piensa en grande ni en su progreso.

Producto de la decisión como mexicanos nos ha hecho quedar mal. Es de pena y vergüenza ser exhibido en noticieros y periódicos en el mundo por la manera en que se toman decisiones en nuestro país y su irracionalidad.

Me preocupa la mala señal a los empresarios. Esto los llevará a ser más cautelosos con sus inversiones. Menos inversión es menos crecimiento. Los empresarios e inversionistas extranjeros reaccionarán igual con más cautela respecto al país.

Los mercados financieros reaccionaron de manera inmediata. Esta decisión provocó una depreciación del peso y que subieran las tasas de interés. El cambio de perspectiva de calificación es un aviso de que si las cosas no se manejan bien vamos a tener problemas con la volatilidad.

Alguna gente con profunda ignorancia argumenta que el grueso de la gente no invierte en la bolsa, no compra dólares y que por lo tanto no le afecta.

Lo anterior es absurdo. Les comento tres impactos que desvirtúan lo anterior: cuando se deprecia la moneda en alguna medida se pasa a la inflación que afecta a todos; el aumento en tasas y la caída de la Bolsa va a afectar a las afores que, seguramente, reportarán minusvalías en octubre, y el tipo de cambio mayor afecta al consumidor, ya que la gasolina va a subir. Hay más ejemplos. A todos nos afecta y más a los que menos tienen.

En conclusión, el mercado ya nos ocasionó costos a la economía mayores a los supuestos ahorros de la decisión. El mayor tipo de cambio provocó una pérdida al gobierno por el incremento en el valor de la deuda externa. Además, le generó costos a los privados, ya sea empresarios y trabajadores. Lo barato sale caro.

*Director General del FUNDEF

guillermozamarripa@itam.mx

 

Comparte en Redes Sociales