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Rosario Ibarra, otra decepcionada de la 4T

Francisco Garfias

Francisco Garfias

Arsenal

 

Tenía mis dudas sobre los méritos de doña Rosario Ibarra de Piedra para recibir la Medalla de Honor Belisario Domínguez, que otorga el Senado a los mexicanos más eminentes. Parecía una cuota a la 4T.

Esas dudas se borraron con el gesto de esta “mujer símbolo” que hace cuatro décadas lucha por los miles y miles de desaparecidos en México.

Doña Rosario no se quedó con el galardón. Lo puso en custodia del presidente López Obrador, al tiempo que le  pidió que se lo devuelva con la verdad sobre el paradero de los desaparecidos.

Uno de esos desaparecidos es su hijo Jesús, presunto guerrillero de la Liga Comunista 23 de Septiembre. Agentes del gobierno lo tenían en la mira. Lo dejó de ver cuando tenía apenas 19 años

Era la década de los setentas. La llamada Guerra Sucia en pleno apogeo. Luis Echeverría era presidente en un país que vivía bajo un sistema de partido dominante (PRI).

Doña Rosario, 92 años, no llegó ayer a la vieja casona de Xicoténcatl, donde se celebró la ceremonia, para recoger la medalla. La salud se lo impidió. Su hija Claudia Isabel la recibió en su lugar.

En el mensaje que mandó, leído por su hija, dejó en claro que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República le dio esperanzas de saber, por fin, lo ocurrido con Jesús y otros desaparecidos. 

Aunque no ocultó su decepción con la  4T.

“¿Y qué ha pasado? Más de un año de este gobierno, que creyeron finalmente que sería el añorado, y con el cual no habría ningún obstáculo que salvar o acuerdo que negociar, como antaño, pero no ha sido así”, dijo textual.

El Presidente acusó recibo de las críticas. En redes sociales se comprometió a hacer lo “humanamente posible” para cumplir con  la tarea que le encomendó la galardonada.


 *Rosario es esposa de un “llantero”, quien murió en Culiacán aquel fatídico jueves 17 de octubre. Una bala perdida le quitó la vida a su marido. La dejó viuda y con tres hijos pequeños.

“¿Qué le decimos?”, nos pregunta el  senador del PRI,  Mario Zamora, oriundo de Sinaloa, sin encontrar respuesta.

Es una muerte más. La de un “llantero”, quien se encontraba en el lugar equivocado a la hora equivocada. 

Una de las 14 “víctimas colaterales” –así se les llamaba en tiempos de Felipe Calderón– que oficialmente arrojó la fallida captura de El Chapito, en un operativo federal mal preparado y peor ejecutado.

El Presidente ya dijo que no fue informado, sin dar más datos de cómo y quién ordenó a un comando de una treintena de hombres ir tras Ovidio Guzmán en una operación abierta en territorio del Cártel de Sinaloa.

Ahora sabemos que en cosa de minutos los integrantes de ese comando fueron rodeados por centenas de sicarios, que los pusieron de rodillas junto con el gobierno federal y bloquearon todas las salidas de Culiacán.

“Es una tristeza que un gobierno sin experiencia, sin conocimiento, sin entender dónde están parados, nos haya llevado a esta situación. No se lo merece la gente de Sinaloa, ni la de México”, recalca Zamora.

Peor: “Es increíble que al día de hoy no haya un sólo responsable. Me gustó que el Presidente haya hablado con la verdad y haya dicho que el gobernador (Quirino Ordaz) no tiene nada que ver. Ni enterado estaba.

“Lo menos que nos merecemos es que nos digan quién es el responsable y que se castigue a quien la hizo”, puntualizó.

Zamora pide, exige, reclama, que Alfonso Durazo dé la cara, lo que ocurrirá el próximo martes. Aún no se decide si es en comisiones o ante el pleno.


 *Ya que estamos. Diputados de Morena, encabezados por Alfonso Ramírez Cuéllar, estuvieron ayer en el Senado para presionar a favor de que no se le hagan modificaciones a la Ley de Ingresos aprobada en San Lázaro.

Temen que en la Cámara Alta se escuche a voceros de la industria automotriz preocupados por la posible legalización de los llamados “carros chocolate”.

La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores advierte que legalizar los caros chuecos –calculados por un diputado de Morena en 18 millones– va a impactar un tercio de las ventas de vehículos nuevos.

 

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