Policía honesta de la CDMX: los datos ausentes
Es mucho más sencillo estirar la mano para recibir un fajo de billetes y hacerse de la vista gorda que cumplir con el deber y enfrentar a la delincuencia de manera frontal, so riesgo de perder la vida.

Fernando Islas
Editorial
Desafortunadamente, no hay una cifra exacta de policías corruptos en la CDMX en 2025, elementos que hayan sido dados de baja por ese delito y que, eventualmente, enfrenten los procesos judiciales correspondientes. Sin embargo, se calcula que unos 130 policías al año han sido sancionados o investigados por corrupción. No son datos menores dada la percepción por una eventual relación franca entre el crimen organizado y las instituciones encargadas de la seguridad pública.
En México, el lugar común ha sido que el policía es un ratero con uniforme. Desde hace muchos ayeres al ciudadano de a pie le sobran razones para temer cuando ve pasar una patrulla, en lugar de sentir alivio por los rondines regulares de vigilancia que puedan hacerse en colonias y barrios.
Sin embargo, la administración de la jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, ha hecho énfasis en una política de tolerancia cero ante conductas criminales. Las cifras de Brugada y del secretario de Seguridad Ciudadana de la capital, Pablo Vázquez, señalan una reducción significativa de delitos de alto impacto (62% primer semestre de 2025), al tiempo que han reportado acciones como detenciones (más de siete mil por delitos de alto impacto y 238 por extorsión, con cifras hasta octubre) y el aseguramiento de armas y drogas.
Al margen de los indicadores o los discursos oficiales, la purga interna por corrupción policial es un pendiente en los datos públicos y transparentes. Se alegará que eso es difícil por tratarse de asuntos de seguridad o porque hay investigaciones y juicios en curso. Es verdad. Pero también es cierto que el pueblo (como dice la narrativa de la 4T) tiene derecho a conocer qué tanto se ha avanzado al respecto.
En alguna entrega anterior me referí a los alarmantes datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que hasta septiembre pasado calculó las pérdidas por extorsión en 21 mil millones de pesos, esto es, aproximadamente, 77 millones de pesos diarios destinados a la extorsión (contabilizando únicamente los casos que se denuncian). La sospecha es legítima: ¿qué porcentaje de esa millonada habrá terminado en los bolsillos de policías y funcionarios de seguridad?
Ante ese panorama, es menester felicitar y reconocer a los policías que intervinieron el jueves en las calles de la colonia Cuauhtémoc, con intercambio de balazos de por medio. Gracias a ellos fueron detenidos seis delincuentes acusados de extorsionar a empleados y dueños de una empresa de paquetería (se habla de 12 millones de pesos) que denunciaron el delito.
Pero sobre todo hay que reconocer al policía que recibió un balazo en la panza, y que, por fortuna, se encuentra estable, según los reportes hasta el momento. Es mucho más sencillo estirar la mano para recibir un fajo de billetes y hacerse de la vista gorda que cumplir con el deber y enfrentar a la delincuencia de manera frontal, so riesgo de perder la vida.
Desde luego que hay varios casos de policías honestos que han pagado el precio de serlo. De ahí que reconocer el valor de la policía obligue a exigir rendición de cuentas frente a la corrupción que persiste dentro de ella. Combatir el crimen organizado pasa, necesariamente, por erradicar posibles complicidades de servidores públicos para devolverle al ciudadano la confianza en quien porta un uniforme y un arma en su nombre.