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Balas, diamantina y puñetazo

Federico Döring

Federico Döring

 

Los habitantes de la Ciudad de México hemos sido testigos de días oscuros, llenos de violencia, caos e impunidad, enmarcados por un gobierno desaparecido.

Asesinatos a sangre fría en la alcaldía Álvaro Obregón, policías ministeriales de la Fiscalía General de la República lanzando disparos al aire en Polanco en estado de ebriedad, la demanda de mujeres exigiendo seguridad, un loco violento que da un estrepitoso puñetazo a un periodista en medio de una marcha de exigencia social que se mancha por la violencia, destrucción y vandalismo.

Todo contrastado con la torpeza de la autoridad para investigar y sancionar los crímenes, mientras que exhiben al jefe de la Policía como un simple personaje sin respeto, al que cualquiera puede atacar y lanzarle diamantina. Se puede destrozar el cuartel de la policía, estaciones de Metrobús, monumentos históricos y no hay consecuencias.

En sus declaraciones, el gobierno descalificó la diamantina, hablaron de provocadores, sabían que existía el riesgo de infiltrados en la manifestación de esta semana y no hubo mecanismos de prevención, para actuar y sancionar la violencia.

Vivimos en una ciudad sin control, con falta de autoridad para garantizar la seguridad de todos los capitalinos, desde la mujer que camina por una calle hasta de quienes participan en una manifestación de legítima protesta social.

Hay un caldo de cultivo perfecto para la anarquía, para que sigan multiplicándose los locos violentos. Hay impunidad mezclada con la ausencia de autoridad, además de incapacidad para convencer y para dialogar, pues hasta ahora el gobierno sólo da declaraciones en torpes maniobras de intento de control de crisis, y ninguna acción legal en contra de los responsables.

La Ciudad de México es una ciudad santuario para los periodistas, se supone que aquí están a salvo. No es gratuito que Morena en sus pronunciamientos no condene los ataques a los periodistas, el mensaje es claro; avalan que en las manifestaciones en su contra los periodistas mejor no informen o que paguen el precio.

Vivimos días aciagos en nuestra ciudad, la impunidad es la constante. A quién sorprende si lo que hay es un jefe de la policía que no sabe cuidarse y un gobierno que no se asume como la autoridad.

¿Cuántos días más de balas, diamantina y puñetazos nos esperan?

 

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