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¿Explotarán Líbano e Israel su gas natural?

Esther Shabot

Esther Shabot

Catalejo

Como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania, los energéticos, entre ellos el gas, se han vuelto un bien escaso, altamente demandado, sobre todo ahora que la temporada invernal está en puerta. Alemania es un ejemplo de un país que se encuentra en aprietos graves para abastecerse de él, por lo que recientemente ha acordado comprarle a Emiratos Árabes y a Qatar cantidades importantes de gas natural licuado. De hecho, ambos países árabes, caracterizados por ser grandes productores de energéticos, han duplicado sus exportaciones de ellos a Europa en el último año.

El canciller alemán, Olaf Scholz, hizo una visita hace unos días a la capital emiratí donde se encontró con el presidente, Sheij Mohamed Bin Zayed. Ahí se selló un acuerdo por el que la Compañía Nacional de Petróleo de Abu Dhabi transferirá a su homóloga alemana gas natural licuado en los meses próximos. Italia, al igual que Alemania, se abastecía de gas comprándoselo a Rusia, y ahora el gigante energético italiano, ENI, está también en negociaciones con Emiratos Árabes para suplir el flujo que antes recibía de Moscú.

La posesión de reservas de gas natural son en estos tiempos una bendición si los poseedores de ellas están en capacidad y posibilidad de explotarlas y exportarlas. Lo cual nos remite a una situación peculiar que están viviendo Líbano e Israel, países vecinos en cuyas fronteras marítimas colindantes se han hallado reservas de gas de considerable magnitud. Sin embargo, no se ha logrado poner en marcha las actividades extractivas debido a desacuerdos entre los dos países acerca de dónde empieza y dónde termina la propiedad de cada cual en esa área marítima. Líbano e Israel son dos países que oficialmente están en guerra desde que en 1948 nació el Estado de Israel. Para complicar aún más el panorama, en Líbano operan la fuerzas chitas del Hezbolá que tienen muy relevante presencia y poder político y militar, y cuyo programa de acción oficial contempla la destrucción de Israel como uno de sus objetivos fundamentales.

Es interesante que, a pesar de esa realidad sumamente adversa para llegar a acuerdos, desde hace meses y con la mediación de otros actores, se han registrado negociaciones para que cada cual pueda explotar una parte de esos yacimientos de gas. Estados Unidos ha sido clave en esa mediación que aparentemente va por buen camino. En su reciente estancia en Nueva York el primer ministro libanés Najib Mikati, declaró al diario Al Monitor que el acuerdo estaba cerca, pero restaban algunas cosas por clarificar, añadiendo que todos los partidos políticos libaneses apoyan las decisiones que se tomen al respecto, incluido Hezbolá.

Es por demás insólito que Hezbolá, dirigido por el jeque Hasán Nasrallah, acceda a un acuerdo con su odiado enemigo israelí. Si está siendo así es porque Líbano está viviendo la peor crisis económica y política de toda su historia, con la mayoría de su población tremendamente empobrecida, su sistema bancario en quiebra, devaluación constante de su moneda, escasez de productos de primera necesidad y grave corrupción estructural. Nunca antes las condiciones de vida de los libaneses habían sido tan precarias, ni siquiera a lo largo de los quince años que duró su guerra civil entre 1975 y 1980. Las cifras no mienten: en 2022 el decrecimiento de su economía ha sido de 6.5% y la tasa de inflación de 120%. Donantes internacionales han detenido sus aportaciones hasta que el sistema de gobierno no de trazas de reformarse para funcionar con mayor sensatez y honestidad.

En este contexto, un líder tan beligerante como Nasrallah, ha tenido que doblarse y acceder a los compromisos necesarios con Israel para poder explotar las reservas de gas que podrían brindarle al País de los Cedros un respiro. A pesar de que, aparentemente, un acuerdo podría estar cerca, faltan detalles que pulir. En Israel, hoy en plena campaña electoral, el bando de Netanyahu ha tratado de desprestigiar a su rival, el actual primer ministro, Yair Lapid, acusándolo de hacer concesiones excesivas en la negociación con Líbano, aludiendo específicamente al riesgo emanado de que un organismo como Hezbolá tenga que ver en esa transacción. De tal suerte que el inicio de la extracción de gas en esa zona permanece aún nebuloso, y lo que ocurra en las próximas semanas será crucial para que el gas de esa zona marítima pueda fluir hacia los mercados internacionales.

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