El alunizaje del Apollo 11: un gran ejemplo de cooperación internacional

• La participación australiana en las misiones lunares incluyó la recepción y transmisión de imágenes.• La comunicación con los astronautas fue posible gracias a la tecnología de este país.

Fue emocionante ver artículos en los periódicos mexicanos conmemorando que el 20 de julio de 2019 se cumplieron 50 años desde que la humanidad pisó la superficie lunar. Fue hace 50 años que Australia ayudó a la NASA a enviar las imágenes de estos primeros pasos a 600 millones de televidentes. En su momento fue la audiencia televisiva más grande de la historia y una intensa experiencia colectiva para los espectadores, como seguramente recordarán muchos de nuestros lectores.

El programa Apollo fue una hazaña de ingenio y colaboración que incluyó el apoyo de australianos con experiencia en tecnología, ingeniería y comunicaciones a larga distancia, y conocimiento concebido de previas misiones espaciales. Nos inspiró a soñar y a repensar lo que podemos lograr.

La participación australiana en el Apollo 11 incluyó la recepción y transmisión de imágenes al mundo, rastreo de naves espaciales y monitoreo de la salud de los astronautas. La comunicación con el Apolo 11 y las noticias sobre este acontecimiento fueron posibles gracias a la tecnología y equipos australianos situados en la Estación Honeysuckle Creek de la NASA y a la Organización de Investigación Científica e Industrial de Australia (CSIRO), la cual, por más de cien años, ha resuelto los mayores retos de nuestro país a través de ciencia y tecnologías innovadoras.

Australia sigue contribuyendo al trabajo de la NASA y sus socios. El Complejo de Comunicación del Espacio Profundo, ubicado en Canberra, el cual la CSIRO administra para la NASA, otorga apoyo a más de 40 naves espaciales. Desde el desierto occidental australiano, la CSIRO también apoya a la Agencia Espacial Europea.

La investigación realizada por estos científicos es impresionante. Con la creación de la nueva Agencia Espacial Australiana y de pequeñas y medianas empresas en la industria espacial, Australia actualmente vive grandes momentos en esta materia.

El espacio tiene efectos en nuestra vida cotidiana. Los satélites que orbitan la Tierra, por ejemplo, habilitan los servicios de geolocalización y los pronósticos de tiempo. Estas aplicaciones forman parte de varias industrias como la agricultura, la minería, la medicina y las telecomunicaciones. Se habla ahora del turismo espacial, y hay estudiantes que actualmente construyen satélites a pequeña escala.

También es maravilloso ver a jóvenes mexicanos, como Yair Israel Piña, estudiante de física de la UNAM, quien en 2016 y con sólo 20 años de edad se convirtió en el estudiante investigador más joven reclutado por la NASA.

Las tradiciones de la NASA, ejemplificadas en el alunizaje de 1969, continúan inspirándonos.

El trabajo de la NASA, en colaboración con países como Australia, inspirará a futuras generaciones a promover la exploración espacial, incluso más allá de lo imaginable. Estoy seguro de que la labor de científicos como Yair inspirarán a las siguientes generaciones para hacer lo “imposible”, posible.

Espero sus comentarios en downunder.mexico@dfat.gov.au
o en Facebook y Twitter como @AusEmbMex.

Temas: