Disfrutando la singular “parrillada de la democracia” australiana

Un total de 14 millones de ciudadanos están obligados a ejercer su derecho al voto.El sistema electoral deja ver el tipo de sociedad.

El sábado 18 de mayo, alrededor de 14 millones de australianos votarán en nuestras elecciones federales. Las casillas se extenderán por todo el país, dando a los australianos la oportunidad de que se escuchen sus voces en cuestiones clave como las tasas de impuestos y los niveles salariales, la seguridad social, la política energética y el cambio climático.

Queda claro que la sociedad australiana está enfrentando algunos de los mismos retos que México. ¿Cómo podemos lograr una transición eficaz a las energías renovables y, a la vez, mantener un suministro de energía confiable y rentable en el presente? ¿Cómo asegurar que el crecimiento económico beneficie a todos y no sólo a unos cuantos?

Pero aun dada la importancia del contenido de nuestras elecciones, la forma en la cual los australianos sufragamos dice mucho acerca del tipo de sociedad que somos.

En primer lugar, una institución independiente delimita nuestros distritos electorales con base en criterios objetivos. En segundo lugar, Australia es uno de los pocos países donde el voto es obligatorio. Para los australianos, nuestra obligación de votar es una responsabilidad que deriva de nuestros derechos democráticos.

Es importante señalar que en Australia nos aseguramos de que votar no sea oneroso, y por eso las elecciones se realizan en sábado y las integramos a nuestras vidas como una celebración de nuestra sociedad libre.

Tradicionalmente, los australianos hacen parrilladas cerca de las casillas para disfrutar de la “salchicha de la democracia”, como parte de la experiencia de ir a votar. Esto es parte de nuestro estilo de vida, tanto como el surfing. Quienes no pueden votar el día de las elecciones, pueden sufragar, ya sea por correo o voto por ausencia.

Asimismo, buscamos aprovechar al máximo la “representatividad” de nuestros representantes mediante el sistema de votación preferencial. Este sistema requiere que el elector vote por todos los candidatos en una boleta según su orden de preferencia, asegurando así que el voto de cada elector siempre sea tomado en cuenta. Si la primera opción no gana, la segunda, tercera o incluso cuarta opción se usará para determinar el resultado.

Estas características de la democracia australiana generan un gran beneficio: obligan de manera eficaz a los principales partidos políticos a ubicarse lo más cerca posible del centro del espectro político y, a la vez, buscan resaltar los puntos clave de las diferencias en las propuestas políticas.

La prosperidad y seguridad que hoy en día disfrutan los australianos se deben, en gran medida, al ingenio y a la integridad de nuestro sistema electoral. No es perfecto y no está exento de personajes desagradables. Sin embargo, yo me siento más australiano que nunca cuando socializo con mis vecinos afuera de las casillas ubicadas dentro de la escuela local, mientras escucho a las cacatúas que graznan en los árboles y disfruto del olor a salchichas y cebollas cocinándose en la parrilla.

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