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Aprendiendo de Donald Trump: quién lo hubiera imaginado

Columnista Invitado Nacional

Columnista Invitado Nacional

 

Por Jaina Pereyra

El discurso tiene muchos errores de contenido. Ciertamente, está lleno de generalidades y distorsiones narrativas y factuales. Sin embargo, el discurso es exitoso en redefinir la narrativa de un país redefiniendo los conceptos que siempre le han dado identidad.

El formato es más o menos el mismo de siempre. Se dicen logros y proyectos, se llama a la unidad bipartisana, se citan ejemplos de personas que están en el público, cuyas anécdotas sirven para demostrar necesidad, valor, coraje, heroísmo. Todo ello combinándolo con los valores nacionales que tienen resonancia en Estados Unidos y que, todos sabemos, generalmente tienen que ver con la posibilidad de realizar el sueño americano, la generosidad de ese país y la defensa irrestricta de la libertad.

Este discurso hizo lo mismo, pero tuvo grandes aciertos de redefinición narrativa.

Primero habla de la expectativa que se tenía de su gobierno: un cambio radical que volviera a hacer grandioso a su país. Habla en términos generales de los retos y los logros que enfrentaron. Con frases cuidadas como sólo se ven cotidianamente en discursos estadunidenses; refiere cómo se ha visto “la belleza del alma de América y el hierro en su columna”.

Habla del huracán Harvey y habla de las Vegas. Habla, incluso, de un veterano que notó que las banderas de las tumbas de los héroes de guerra no tenían banderas y organizó un esfuerzo colectivo para lograrlo. Donald Trump no permite que eso se lea como un descuido del gobierno con quienes murieron sirviéndole. No, él aprovecha para honrar al ciudadano y su labor en el fortalecimiento de los símbolos.

El discurso está lleno de referencias a las armas, a la guerra, a los ataques de fuego. A pesar de ello, concluye: “Empecemos reconociendo que el estado de nuestra unión es fuerte, porque nuestra gente es fuerte. Juntos estamos construyendo una América segura, fuerte y orgullosa”. Primero segura. Los ataques armados, los ataques terroristas son hechos por comandos de guerra, enemigos de la nación. Por eso van a defender el derecho a portar armas. Así, sin diagnóstico. Sin ocuparse de la política pública, sino porque el proyecto de nación así lo requiere.

Habla de las cifras de empleo y de su victoria contra el Obamacare y luego anuncia: “Esta noche, quiero hablar sobre qué tipo de futuro vamos a tener y qué tipo de nación vamos a ser”. ¿Algún candidato presidencial está leyendo? Ésas son las preguntas que se tienen que hacer para poder proponer un proyecto de nación.

“Los americanos aman a su país. Y se merecen un gobierno que les demuestre el mismo amor y la misma lealtad (…) hemos procurado restaurar los vínculos de confianza entre los ciudadanos y su gobierno”. Así debe ser el gobierno. “Podemos elevar a nuestros ciudadanos de programas sociales al trabajo; de la dependencia a la independencia; de la pobreza a la prosperidad”.

“El progreso está pasando todos los días”. Así vamos.

“Vamos a arreglar malos acuerdos comerciales y negociar nuevos. Si no resulta el TLC, es porque era “malo”.

Y luego da un spin a la migración, llegando prácticamente a la conclusión de que los migrantes somos todos maras salvatruchas que ponemos en riesgo a las comunidades americanas. Y los americanos “también son dreamers”. Pum. Gran juego de palabras, demeritando los esfuerzos de las últimas semanas. Y luego propone su plan migratorio basado en mérito, whatever that means.

 Cierra hablando de los monumentos que están frente y sobre el Capitolio. Los símbolos de una nación y qué significan: libertad. Habla de los ciudadanos que son héroes y de lo que representan los americanos en su país y en el mundo. “No hay nada que no puedan hacer”. Suena a que America es great again.

Donald Trump ha redefinido los conceptos de siempre para el gobierno de ahora. Narrativamente ha planteado un referente, un proyecto. ¿Quién hubiera pensado que su liderazgo también querría consolidarse a través de la palabra?… Y, si me preguntan, no lo
hizo nada mal.

 

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