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Una visión para reducir la violencia de género en México

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

 

Por Fabiola Alanís* y Kristian Hölge**

Del 25 de noviembre al 10 de diciembre se conmemoran los 16 días de activismo para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, los cuales están asociados con el color naranja para representar un futuro más brillante y en paz.

Como lo ha declarado el secretario general de la ONU, António Guterres: “Es la pandemia más larga y mortal a nivel global”. Afecta a una de cada tres mujeres en el mundo, cifra que se ha mantenido prácticamente sin cambios durante la última década. Siete de cada 10 mujeres piensan que el abuso verbal o físico por parte de una pareja se ha vuelto más común después de la pandemia. Y 6 de cada 10 sintieron que el acoso sexual en los espacios públicos ha empeorado.

En México, a nivel nacional, 53.4% de las mujeres de 15 años y más, consideraron que los problemas en el ámbito familiar se mantuvieron igual que antes del periodo de confinamiento por covid-19; en tanto que 8.5% consideró que los problemas en el ámbito familiar iniciaron o aumentaron durante la pandemia.

Sin duda, las mujeres y las niñas tienen derecho a buscar un futuro libre de violencia, coerción y abuso.

En la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y en la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) buscamos impulsar acciones donde la prevención y la transformación de los patrones culturales sean el eje para reducir la violencia de género.

En 2021 se registraron más de 253 mil denuncias por violencia familiar y cerca de 4 mil 200 por violencia de género en México. Detrás de cada cifra, está una mujer o una niña sin seguridad en su hogar o su comunidad. Más aún, estas denuncias, de no ser atendidas a tiempo, pueden culminar en la manifestación más extrema de la violencia contra la mujer: el feminicidio.

Una de las vías que proponemos es la adaptación del Modelo Homologado de Justicia Cívica para prevenir e intervenir de manera temprana en conductas de riesgo que pueden desencadenar violencia de género.

El enfoque debe ser preventivo antes que punitivo para disminuir la probabilidad de que las distintas situaciones de violencia, ejercidas por la pareja o en el contexto comunitario, escalen en delitos que atenten contra su vida, su seguridad e integridad en un futuro.

Promovemos también que se generen acciones que vinculen a las personas que cometen faltas administrativas (hombres y mujeres) con trabajos a favor de la comunidad en temas relacionados con la prevención de la violencia de género, lo cual reparará el daño al tejido social, a la vez que permitirá una mayor sensibilización ante esta problemática.

Esta violencia es una cadena de diversas manifestaciones que sufren las mujeres y niñas, las cuales pueden prevenirse si transformamos las causas y los patrones que las permiten y generan.

Apostar por la justicia cívica es una propuesta pertinente para la transformación de la convivencia cotidiana. Hay que dar pasos hacia adelante en materia de derechos humanos para las mujeres y explorar distintas vías de concreción de su pleno ejercicio para quienes vivan o transiten por México. El tiempo es ahora.

 

                *Titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

                **Representante de UNODC en México.

 

 

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