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La chimenea del Palacio Chigi

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

 

Por Alejandro Guerrero Monroy

 

Italia acude a las urnas hoy para elegir a su 19° Parlamento —400 diputados y 200 senadores— así como al sucesor del actual primer ministro Mario Draghi, quien termina su mandato de manera anticipada.

Después de 18 meses al frente de un gobierno de unidad integrado por una coalición de diversas formaciones de derecha, izquierda y centro, Draghi está por despedirse del Palazzo Chigi —residencia del presidente del Consejo de Ministros en Roma—. Con una alta popularidad que ronda 60%, Súper Mario —como coloquialmente se conoce al expresidente del Banco Central Europeo— aceptó el encargo del presidente Sergio Mattarella para formar un nuevo gobierno y construir una alianza que diera pronta respuesta a la crisis política interna tras el colapso del gobierno del Movimiento 5 Estrellas.

En un contexto de fuerte inestabilidad política y social, el economista de La Sapienza hizo bien su trabajo en un breve lapso. Sacó a Italia de la crisis del coronavirus y consiguió importantes ayudas financieras de la Unión Europea para reconstruir a una economía dañada y endeudada. Tan sólo el Plan de Recuperación y Resiliencia permitió contar con alrededor de 122 mil 600 millones de euros en préstamos y 68 mil 900 millones en apoyos sociales.

En tiempos en los que gobernar se convirtió en tuitear, descalificar y justificar, Draghi dio resultados positivos en poco más de un año. Luego de un desplome de la producción de 9% en 2020 por la pandemia, llegó una recuperación de casi 7% el año pasado. El impulso de reformas como la del mercado laboral y la de administración pública contribuyó a que Italia fuera nombrado “país del año” por The Economist.

Como en una ópera de Verdi, Draghi fue objeto de un drama shakesperiano de lucha por el poder que lastimó la cohesión de su alianza y provocó su renuncia —no aceptada en principio— en julio pasado. De esta forma se adelantaron las elecciones generales previstas para la próxima primavera.

Italia es una democracia parlamentaria bicameral que combina los métodos de mayoría simple y proporcional. Un tercio de los escaños se asignan por el primer modelo y dos tercios por el segundo. En los comicios de hoy se decide la composición de la Cámara baja (Camera dei Deputati) y el Senado (Senato). Los mayores de 18 años pueden votar, pero no eligen directamente a su primer ministro; éste es designado después de que el candidato obtenga un voto de confianza del nuevo Parlamento y la aprobación del presidente de la República. A diferencia de Francia y Estados Unidos, el presidente de la República Italiana no ejerce el poder Ejecutivo y, de acuerdo con la Constitución, se elige en una ronda de voto secreto por senadores, diputados y representantes regionales.

En las elecciones de hoy en el país mediterráneo, la llamada coalizione di centro-destra —que incluye cuatro partidos como la formación Forza Italia (FI), de Silvio Berlusconi; la Liga Norte (LN), de Matteo Salvini, y Fratelli d’Italia (FdI), de Giorgia Meloni— lidera las preferencias. De acuerdo con las encuestas, la nacionalista Meloni podría convertirse en la primera mujer al frente del Ejecutivo.

Los Hermanos de Italia (FdI) apenas rozaron 4% de los votos en 2018, pero se espera que en esta ocasión obtengan alrededor de 25% e impulsen una alianza conservadora hacia una clara mayoría parlamentaria.

En el otro lado del espectro político se encuentra la coalizione di centro-sinistra, conducida por el Partido Democrático (PD), del liberal Enrico Letta, expremier de Italia de 2013 a 2014. También participan otros dos grandes bloques políticos como el Movimiento 5 Estrellas y el llamado Terzo Polo de centro. Además de estos cuatro, se presentan otros partidos menores como el recién creado Italexit que, como su nombre lo indica, aboga por la salida de Italia de la Unión Europea.

En un entorno global complejo y ante una recesión mundial en puerta —que afectará especialmente a la Eurozona por la guerra en Ucrania— el otoño para la octava economía mundial y la tercera más grande de la región, se torna particularmente incierto. Para 2022, la Comisión Europea prevé un crecimiento de 2.4 por ciento. La dependencia del gas ruso (Italia es el segundo mayor comprador después de Alemania), así como la galopante inflación que se encuentra en el nivel más alto de las últimas dos décadas, preocupa y afecta a un país con casi 60 millones de habitantes.

Entretanto, la ciudadanía italiana decidirá en democracia quién encenderá este próximo invierno la valiosa chimenea del siglo XVIII en la antecámara del presidente del Consejo de Ministros en el Palacio Chigi.

 

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