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El comportamiento social ante el covid-19

Carolina Gómez Vinales

Carolina Gómez Vinales

Durante cualquier crisis que altere la vida, como la pandemia de covid-19 se deben tomar decisiones que requieran una cantidad extrema de buen juicio bajo un escenario de incertidumbre. Sin embargo, la crisis aquí en nuestro país requiere un cambio de conductas a gran escala que favorezcan alinear el comportamiento humano con las recomendaciones de epidemiólogos y expertos en salud pública. En 8 meses, el virus se ha extendido a casi 950 mil contagios y 93 mil defunciones, lo que ha llevado al gobierno a mantener medidas para intentar frenar la propagación de la pandemia que aún son insuficientes.

Las medidas de distanciamiento social pueden ayudar a reducir la transmisión y a evitar que el sistema de salud se vea superado o colapsado. Lavarse las manos frecuentemente y el uso del cubrebocas en lugares cerrados o concurridos, pueden ayudar, pero necesitamos la empatía de todos los mexicanos para cumplir con las disposiciones. La epidemia del coronavirus implica un impacto social muy importante porque nos obliga a cambiar una serie de comportamientos que están muy fijados en nuestras vidas. Nos implica cambiar hábitos, cambiar patrones, y todo aquello que le da sostén a nuestras vidas que son las rutinas. Pero, además, genera temor y peligro, nos genera una reacción de incertidumbre muy grande que nos lleva a tomar reacciones a veces más automáticas que no son las mejores conductas a tomar.

Tenemos que hacer un esfuerzo muy importante por adherirnos a las recomendaciones y a las reglas. Las recomendaciones de hoy son distanciamiento social, es decir, evitar todas las situaciones y lugares que promueven el contacto cercano con otras personas. Para evitar posibles contagios, tomar medidas precautorias de contacto con el virus, lavado de manos, limpieza de superficies y uso de cubrebocas. Todo eso supone nuevos hábitos. No vamos a regresar a la normalidad. Esta será nuestra nueva normalidad mientras no haya vacunas contra el covid-19.

Las personas pueden decidir usar o no un cubrebocas, y en efecto, es sin duda una decisión individual, pero que tiene un alto impacto para la salud de las comunidades y los países desde el punto de vista de la salud pública. El mensaje más importante hoy, desde el punto de vista del comportamiento social, es que las medidas van a ser eficaces si las practicamos todos. Las medidas aisladas individuales no tienen efecto si no se generaliza la mayor cantidad posible de la población.

En nuestro país, se han contagiado los ciudadanos, el personal médico y de enfermería, los gobernantes, los políticos y los legisladores. Queda en evidencia que nadie es inmune al virus. Somos el país que ha registrado a la fecha el mayor número de decesos entre el personal de salud a nivel mundial. Según el reporte oficial, 48 por ciento de esas defunciones eran médicos.

Mencionaré el caso del Senado, por ser el de mayor exposición en medios, y porque en tan sólo unos días hubo un dramático ascenso en el número de contagios. De acuerdo con nuestra colega Leticia Robles, que cubre la fuente noticiosa de ese órgano legislativo, entre marzo y agosto dieron positivo de covid-19, seis senadores, dos de ellos de gravedad y tuvieron que estar intubados. Entre septiembre y antes del 20 de octubre, sólo se reportaron dos casos. Y después de la sesión celebrada para eliminar los fideicomisos, 14 senadores dieron positivo al virus y uno de ellos lamentablemente murió. Menciono este caso, por ser un típico estudio para el desarrollo de una enfermedad.

Preocupa mucho que las autoridades sanitarias no comunican decisiones de forma clara y asertiva. Es importante que la población entienda claramente los riesgos que enfrenta por su salud. Los jóvenes son un sector de la población al que se deben dirigir algunos mensajes directos y concretos, en especial para que sean conscientes y responsables, pues aspiran a mantener su vida social y tienen alto riesgo de contagiarse y de propagar el virus.

No es momento de andar en fiestas ni en lugares concurridos mientras no tengamos acceso a la vacuna. Las medidas preventivas serán permanentes en tanto no exista una cura efectiva contra el covid-19. Nos conviene a todos ser sensibles, sensatos y empáticos ante los riesgos crecientes de contagio, particularmente porque se anticipa un crudo invierno derivado de la época de transmisión de influenza.

 

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