¿Cómo gobernar una nación con más de 300 tipos de tacos? (segunda parte)
En la primera entrega, el autor se refiere a una frase del general francés Charles de Gaulle: ¿Cómo quieren ustedes gobernar un país con 365 variedades de queso? Bajo esta premisa comentó que México es un país con climas y ecosistemas contrastantes, una mezcla de ...
En la primera entrega, el autor se refiere a una frase del general francés Charles de Gaulle: ¿Cómo quieren ustedes gobernar un país con 365 variedades de queso? Bajo esta premisa comentó que México es un país con climas y ecosistemas contrastantes, una mezcla de culturas y variedad de comidas, pero que eso no debe separarnos del mismo objetivo: la prosperidad del país).
El cuestionamiento del general De Gaulle iba en el sentido de lo difícil que es poner de acuerdo los franceses con respecto a algo. Sin embargo, los ciudadanos del país galo se enorgullecen de su país. Que, entre otras cosas, produce los mejores quesos en el mundo. Existe el debate, indudablemente. Siempre lo hay. Sin embargo, sujetándonos a nuestro ejemplo, invariablemente se enorgullecen de lo delicioso y la variedad de sus quesos, por encima de los de cualquier otro lugar.
¿No podemos los mexicanos conformar una identidad, donde por supuesto exista el debate, las opiniones y el respeto? ¿No podemos estar orgullosos de nuestra regionalización y al mismo tiempo asumirnos como mexicanos?
Gobernar un país con esa “variedad de tacos” es sumamente complejo, parafraseando y adecuando la frase del estadista francés a México. Van a existir opiniones heterogéneas y desiguales. Cada región o ciudad va a pensar que sus tacos son los mejores del universo.
En toda esta breve historia de analogías, los tacos representan la extensa pluralidad mexicana. ¿No podríamos llegar a comprender que la complejidad y variedad, sea como sea... forman parte de nosotros? Integran nuestra identidad y constituyen nuestra esencia cultural. Es en esa extraordinaria diversidad que se encuentra nuestra riqueza. No son nuestras diferencias las que nos dividen. Lo que nos divide es nuestra incapacidad para reconocer, aceptar y celebrar esas diferencias, decía Audre Lorde.
Los mexicanos necesitamos asimilar, reconocer, valorar y vivir nuestra identidad. Requerimos de buenos gobiernos. De ciudadanos solidarios y participativos. Y de tres grandes políticas gubernamentales. Apuntaladas, no me cabe la menor duda, por la propia ciudadanía: 1. Educación; 2. Educación y 3. Educación. No nos compliquemos. Lo básico es lo fundamental. Necesitamos deshacernos de las ideas monolíticas y radicales. Lo que requerimos es lograr una unidad en torno a nuestra nación.
Como lo expresara en algún momento Edward Kennedy: “Lo que nos divide, palidece frente a lo que nos une”. No importa que un país tenga 600 tipos de quesos o 300 tipos de tacos. Un buen gobierno será aquel que proteja la vida humana; estimule el bienestar de sus gobernados y cuide del medio ambiente. A un buen gobierno se le reconoce cuando impulsa estos ocho factores (de acuerdo a instituciones como la ONU y la OCDE):
Participación ciudadana, respeto a la ley, transparencia, capacidad de respuesta, generación de consensos, equidad e inclusión, políticas públicas eficaces y eficientes y rendición de cuentas. A estos puntos agregaría: los políticos y funcionarios deben tener un gran amor por el servicio. Deben poseer un alma con actitud de servir a su país y a sus conciudadanos. Deben ser honestos y cuidarse de no caer en la tentación de robar dinero del erario.
Deben tener la capacidad y la preparación para ejercer sus puestos. Deben, aceptando nuestras diferencias y nuestra diversidad, guiarnos hacia un gran objetivo. La misión debe ser, la prosperidad de la nación.
En resumen, como ciudadanos, más allá de filias y fobias, esto es lo que debemos cuidar y promover en los gobiernos y personas que busquen llegar al poder. Debemos tomar conciencia y fijarnos muy, muy bien en la esencia de las almas que quieran conducir a México. No importa a qué partido pertenezcan. Importa la naturaleza álmica.
No hay más. Al final, todo lo demás es paja y discursos huecos. Muchas veces buscando únicamente generar división para su propio beneficio. Como me lo expusiera un personaje de la política mexicana: “No te fijes en lo que dice un político, fíjate en lo que hace”. “Hechos son amores ...”, diría mi madre.
O, expresado de manera crística: “Al árbol, por sus frutos lo conoceréis”.
