Aparece en prensa una reciente entrevista a la doctora Anna Gilmore, investigadora y experta en salud pública, en la que afirma que son cuatro productos los responsables de un tercio de todas las muertes en el mundo occidental.
La científica británica describe con detalle las prácticas comerciales en las que se basan las industrias involucradas para seguir promocionando sus malsanos productos. La científica del Centro para la Salud Pública del S. XXI de la universidad de Bath, en el Reino Unido, afirma que se trata de la industria del tabaco, los combustibles fósiles, el alcohol y los alimentos ultraprocesados. Ella tiene décadas investigando a detalle el modo de operar y las prácticas engañosas que utilizan en todos los campos.
La publicidad de los ultraprocesados que los convierte en deseables, junto a formulaciones que prácticamente los hacen adictivos son un ejemplo clave. Además, es muy usual que sus publicistas convencen a la población de que se trata de una elección personal; es decir, afirman que si todas las personas hicieran ejercicio no habría obesidad, realidad que no es así, el problema es mucho mas complejo. Sus bebidas causan adicción, alteran la flora intestinal hasta un grado en el que el organismo necesita seguir consumiendo esas sustancias y almacenan la energía sobrante en forma de grasa sin ningún límite fisiológico. Otro muy interesante de estudiar ha sido el desarrollo reciente de la industria tabacalera, que conforme las políticas públicas han provocado que cada vez menos personas fumen, han desarrollado entonces alternativas vendiendo la idea de que son menos dañinas, como el cigarrillo electrónico o el tabaco. En ambos ejemplos, la industria queda frente a la opinión pública como si estuvieran del lado “de los buenos”, es decir, como si estuvieran intentando abonar a la salud de la población, cuando, en realidad, se enriquecen causando enfermedad y muerte.
Acá en México, la industria del tabaco ha llegado a límites insospechados, ahora expenden en las cadenas de tiendas papelitos directamente con nicotina, sólo con algún saborizante. También la investigadora pone de manifiesto que una de las herramientas del Estado para disminuir el consumo es aumentar los impuestos, las tabacaleras diseñan nuevos cigarrillos, de menor calidad, para ofrecerlos a un precio menor, propiciando que el consumidor siga enganchado a la adicción y conservan las marcas tradicionales para que los compren las clases sociales de mayor poder adquisitivo. El tabaquismo se ha concentrado cada día más entre la población mas desfavorecida, causando los peores estragos sanitarios.
La práctica que la investigadora define como la más peligrosa de todas las industrias es la gestión de la reputación, que son una serie de acciones concatenadas, cuya finalidad es que el público identifique a la industria como beneficiosa. Cita un ejemplo en Colombia en alguna población pequeña donde la industria refresquera utiliza toda el agua, dejando a la población sólo con la posibilidad de consumir refrescos. La obesidad y todos los problemas sucedáneos aparecen y entonces la industria lleva botellas de agua, se filman comerciales tomando muchas fotos con los políticos locales invitando a la población a tomar agua e inmediatamente desaparecen.
En México se pueden evidenciar todas esas prácticas y muchas otras, hasta cabildeo de muy alto nivel para convencer a muchas personas respecto de sus intenciones, que, en el fondo, siguen siendo las peores.
Ojalá que México pueda seguir progresando en limitar esas industrias.