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El Ponchis no tiene remedio

José Cárdenas

José Cárdenas

Ventana

Según la neurosicóloga Feggy Ostrosky, El Ponchis no tiene posibilidad de readaptación debido a su conducta sicopática detonada por abusos, abandono y violencia. Dos años cinco meses de cárcel no lograrán rehabilitarlo. El “niño sicario” delinquió desde los 11 años. A los 14, decapitó a cuatro.

Su última víctima es del sexo femenino, tiene menos de seis años de edad y responde al nombre de Ley Federal de Justicia para Adolescentes.  Esa ley debió entrar en vigor un año después de la reforma constitucional de 2005. Los congresistas no quisieron, no pudieron o se les pasó legislarla en 2006. Cinco años más tarde, los legisladores ni se acuerdan. La ley duerme el sueño de los injustos. Tres de los cuatro delitos cometidos por El Ponchis corresponden al fuero federal: delincuencia organizada, portación de arma prohibida y delitos contra la salud, pero sin ley ni tribunal que se haga cargo, la justicia es imposible.

La PGR, sin dientes para intervenir en el caso, regresó a El Ponchis a Morelos, donde cometió los delitos. Un tribunal unitario ha tenido que resolver como puede, con parches jurídicos como salidos de una canción de Facundo Cabral, que “ni son de aquí ni son de allá”. En 2005, el senador mexiquense César Camacho describía las bondades que reuniría la legislación federal que no acaba de llegar: “A los adolescentes infractores la ley no debe cercenarles nada, por el contrario, debe otorgarles algo, no penalizarlos, reinsertarlos, no castigarlos, ayudarlos a reconducirse”.

¿Y si el chamaco tiene la mala costumbre de torturar y cortarle el cuello a sus víctimas?

Hijo de padre y madre adictos a la cocaína, El Ponchis tenía marcado apego a su abuela paterna, Carmen Gil, quien ha sido prácticamente su madre. ¿Mala madre?

De las 42 personas que atestiguaron contra Édgar N., varias lo describieron como un ser invadido por la maldad temprana. A los ocho años fue expulsado de la escuela por golpear a una niña.

El político Pedro Peñaloza, hoy especialista en seguridad, hace un llamado a la sociedad: “Dejemos la hipocresía, abandonemos la doble moral, El Ponchis no vino de Júpiter, lo diseñó este modelo social decadente. El Estado les ha fallado a los jóvenes”.

Mario Delgado, secretario de Educación del DF, razona contundente: “Los jóvenes no son un peligro, son ellos quienes están en peligro”. ¿Será?

El Ponchis saldrá en libertad dentro de 29 meses. Según especialistas, el encierro, lejos de rehabilitarlo, sólo incrementará su rencor social. Y su grado de peligrosidad. Usted apueste: A) Al salir, rectifica, se readapta bien y se vuelve nini. B) Rectifica, se hace futbolista e ingresa a la Sub 22. C) Sale y organiza su propio cártel criminal. Sicólogos, sociólogos y juristas coinciden: El Ponchis no tiene remedio. Y la justicia mexicana, tampoco. El sistema carece de recursos para reinsertar a “las semillas de maldad”.

Las medidas penales para adolescentes infractores, sin duda, son importantes, pero se trata sólo de uno de muchos elementos que deben modificarse en el entramado social. Las penas judiciales son el último recurso. Lo realmente importante es generar una nueva dinámica social que garantice a niños y jóvenes oportunidades de vida distintas al crimen.

MONJE LOCO. Una de las principales promotoras de la Ley Federal para Adolescentes Infractores fue Angélica de la Peña. Era diputada federal. Su esposo, Jesús Ortega, actuaba entonces como líder del PRD. Ahora tampoco él tiene cargo importante. Ya se sabe, ya se supo.

        josecardenas@me.com

            Twitter: @JoseCardenas1

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